San Luis, en el peor bache de la historia (2)

Por Leonel Serrato Sánchez

Espero que ya haya tenido ocasión de evaluar la situación de inseguridad en la que vivimos los potosinos hoy en día, y corroborar cómo se siente, si es cierto o no, como afirman las autoridades estatales y municipales, que no es para tanto, y que se trata de una mera percepción de parte de todas las personas que nos sentimos indefensos.

Como no puede ser de otro modo, el deterioro en un ámbito acarrea el mismo efecto en otros, y así hasta que la vida comunitaria está en franca descomposición.

No creo que se requiera hacer un recuento de las condiciones en que está el equipamiento urbano en la zona metropolitana, si Usted vive en Soledad de Graciano Sánchez, seguramente trabaja en la capital, o se la pasa por acá, desde ir a un centro comercial hasta acceder a toda clase de servicios, incluidos el pasear, puesto que el vecino municipio carece de infraestructura de bienestar para los habitantes, huelga decir que no hay un parque como el Tangamanga, y que los gobiernos van y vienen, de todos los colores, y ninguno se ha preocupado por dotar de un área arbolada, verde, con instalaciones adecuadas para pasar el fin de semana; en Soledad los gobernantes han querido que sus habitantes usen a la capital para todo lo que tenga que ver con esos temas; instalaciones deportivas, mismo derrotero; instalaciones médicas, igualmente, tras que fuera desmantelado el hospital general de ese municipio; universidades, si bien cuenta con la Universidad Tecnológica, basta ir a ella para percatarse de lo poco que les importa la educación de nuestros jóvenes, no por las instalaciones de la casa de estudios, sino porque el acceder a ellas es una odisea, las vialidades dan lástima y salir de ahí de noche es literalmente una misión peligrosa, casi mortal.

El desarrollo en Soledad es tan lento, tan injusto, tan disparejo, que no obstante que han pasado por la administración por lo menos cuatro políticos de izquierda –Roberto Cervantes Barajas, Ricardo Gallardo Juárez, José Ricardo Gallardo Cardona y Gilberto Hernández Villafuerte– todo parece indicar que se han dedicado a brindar asistencia directa a los más pobres, pero han omitido generar las condiciones que permitan que la gente no sólo viva de la caridad pública.

En algunas cuestiones –pocas– Soledad acusa hoy día un visible adelanto, en otras, un severo retroceso. La infraestructura urbana, la prestación de los servicios públicos, y la propia administración parecen ir hacia atrás. Puede argumentarse que en Soledad el abandono era de décadas, y que unos pocos años no bastan para “emparejar” las condiciones, estoy de acuerdo, pero regalando el dinero público vía comida, agua y fiestas gruperas no es el camino correcto.

Cientos de calles del centro de población soledense están sin pavimentar, son decenas de colonias las que no tienen acceso a un ambiente salubre, y para muchas personas eso no parece tener remedio, están literalmente recibiendo oportunidades de vida, trabajo, esparcimiento, salud, educación y desarrollo humano, inferiores a las que tienen o reciben poblaciones africanas.

La pobreza es tanta que sería totalmente injusto que el gobierno municipal o del estado gastaran dinero en pavimentos, puentes, distribuidores viales o señalética –pintar las guarniciones de las calles de amarillo, por ejemplo–, cualquier persona con dos dedos de frente vería del todo lógico que el dinero público fuera a drenaje, agua potable, iluminación y seguridad, y que las comunidades rurales del municipio tuvieran también una oportunidad para vivir en mejores condiciones. Como podrá advertir, vivir en Soledad de Graciano Sánchez implica privarse de muchas cosas, incluso de las más elementales.

En el municipio de San Luis Potosí las cosas se ven mucho peor, puesto que en Soledad podemos creer que el franco estado de postración se debe a décadas de raterías, abandono, malos gobiernos y pestes de esas, pero en la capital tuvimos buenos gobiernos, y la ciudad lo reflejaba.

Mire Usted, los gobernantes panistas eran elitistas, ajenos a la necesidad de los más pobres, cuadrados y hasta ñoños, pero tenían atendida a la ciudad; no hace falta recordarle que bajo las administraciones de Alejandro Zapata Perogordo, Octavio Pedroza, y más señaladamente en la de Su Alteza Serenísima Marcelo Santos, la preocupación por la infraestructura urbana y la prestación de servicios era palpable, fue con Jorge Lozano cuando eso empezó a fallar, a tener problemas y por eso los electores capitalinos eligieron a la priista Victoria Labastida, que siguió en ese mismo tenor, porque el municipio tenía ya una inercia de casi dos décadas de administraciones relativamente eficientes que mantenían en buen estado la infraestructura urbana.

Todavía Mario García Valdez prestó atención, pero la falta de recursos hicieron mella, y a su salida no sólo había problemas con temas legales, contables, de deuda y de algunos servicios, sino que estaban agudizándose; quizás porque empezaba la ciudad a lucir deteriorada, francamente maltratada, ajeada, fea, sucia, desordenada, y con mucha infraestructura rebasada por el crecimiento, es que el principal argumento de campaña del actual alcalde capitalino fue que sacaría a San Luis del bache.

La gente de inmediato pudo asociar ese lema con la idea de un gobierno que volviera a preocuparse por mantener, rescatar y mejorar la infraestructura urbana, y bueno, los resultados están a la vista.

Nunca San Luis Potosí ha estado en semejante estado de destrucción física, son cientos de miles los hoyancos que presentan nuestras calles y avenidas, y no se crea que sólo las que tienen uso intenso, sino todas, incluidas las de los vecindarios más sencillos, y en donde ni autos circulan; zanjas abiertas o mal parchadas, cortesía de INTERAPAS, Gas Natural, instaladores de fibra óptica, y hasta de vecinos infames.

¿Cómo se llegó al estado actual de deterioro? Obviamente el gobierno municipal actual no es el autor de los baches, de las lámparas rotas, fundidas o inexistentes, como tampoco lo es de los puentes colapsando, sin barandales o guarniciones de seguridad, pero sí que lo es de destinar el dinero público a otras cosas distintas al mantenimiento de la ciudad. Este gobierno gastó más en las medicinas que le compró a Sandra Sánchez Ruiz o en traer cantantes a sus bailes que lo que ha gastado en podar árboles, reponer tapas de alcantarillas, limpiar terrenos baldíos o reparar los baches de las vialidades principales.

¿Están haciendo algo para sacar a San Luis del bache?, no lo dudo, pero están haciendo más por organizar festivales gruperos, ferias de todo, hasta de los tacos, muestras de cerveza, y demostraciones faraónicas de circo para el pueblo, que atender los servicios, y por eso estamos viviendo en un espacio urbano que pareciera estar en medio de un conflicto armado, bajo bombardeo enemigo.

Como sea, pintar todo de amarillo o colocar boyas en la avenida Salvador Nava, cerrar sus accesos o salidas, son algunas de las acciones, quizás no efectivas para demostrar que hay un trabajo de mantenimiento. Pero Usted y yo que andamos las calles, que destrozamos nuestros vehículos con los hoyos, y que exponemos el físico cuando llueve, sabemos bien que lo que sea que está haciendo el gobierno municipal de la zona metropolitana es insuficiente, equivocado o mal ejercido, y eso sin entrar a la descalificación barata, porque no es necesario cerrar los ojos a trabajos de remodelación de algunas calles, como Veinte de noviembre y Manuel José Othón, para concluir lo evidente. Y es que grillar, hacer activismo electoral y censar para las dádivas no es lo mismo que administrar y gobernar; San Luis no ha salido del bache, ahora está en el medio de un socavón, y no es en sus calles.

Temario

El próximo lunes esta colaboración no aparecerá, andaré aliñando unas aceitunas.

Leonel Serrato Sánchez

unpuebloquieto@gmail.com

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