Antonio González Vázquez
La muerte sigue presente. Todos los días se lleva a alguien; a dos cada 24 horas según las estadísticas, es voraz e incontenible, así lo revelan los despachos noticiosos y los reportes policíacos. Avanza el sexenio y el trienio municipal a paso firme, al son que manden los criminales. Esta es la crónica mensual de los ejecutados.
Apenas iniciaban los primeros minutos del día 26 de mayo y hombres armados a bordo de una camioneta dispararon contra las instalaciones de un taller en la colonia Rivas Guillén en la zona metropolitana de la capital y Soledad de Graciano Sánchez. Del ataque quedó un saldo de un muerto y dos heridos. Tras la agresión, los delincuentes se dieron tiempo para dejar una cartulina con un mensaje a unos metros del taller donde se hacen trabajos en vidrio y aluminio.
Pasadas las siete de la tarde del 29 de mayo, un hombre fue ejecutado a unos metros de su casa ubicada en la Privada Hacienda de Cocoyoc del municipio de Soledad de Graciano Sánchez. Ya había ingresado a la cerrada privada cuando desde un vehículo que le precedía, le acribillaron. La unidad que manejaba la víctima, una Ford de color azul fue a chocar contra un poste de energía eléctrica. Su conductor ya estaba muerto entonces.
Un joven que conducía un Pointer rojo fue ejecutado cuando conducía por la colonia Dalias del Llano en la capital del estado. A unos minutos de la medianoche del 29 de mayo, un sujeto que iba en bicicleta se paró a un lado del auto en una esquina y de súbito le dio hasta tres disparos en el pecho. Su muerte, reportó la policía, fue instantánea.
Corrían los primeros instantes de la madrugada del día 30 de mayo en una colonia de la periferia capitalina llamada Torremolinos II. En una de sus calles oscuras, un hombre encontró la muerte al ser abatido con disparo de arma de fuego en la cabeza. La víctima no logró ser identificada, su cuerpo fue levantado por autoridades forenses a media calle de la arteria Soto Grande.
A las siete de la mañana del día primero de junio, gente que caminaba por el lugar con destino a su trabajo, descubrió el cuerpo maniatado de un hombre en un baldío ubicado en el eje 104 de la zona industrial, a unos metros del tendido de vías del ferrocarril México-Nuevo Laredo. Según la policía, el cuerpo estaba atado de pies y brazos, contaba con vestimenta negra, carecía de calzado y contaba con una lesión en la extremidad cefálica producida por proyectil de arma de fuego.
En un cañaveral del ejido El Chino del municipio de Tamasopo, los agricultores descubrieron una osamenta entre los surcos. Muy de mañana el día 2 de junio, habían concluido la quema de una porción de la parcela cuando se encontraron el cráneo y demás huesos humanos. El juez auxiliar del lugar fue avisado del hallazgo y al presentarse en el lugar, consideró viable que los restos fueran de un hombre que unas semanas antes se había denunciado como desaparecido.
Como a la una de la mañana del día 4 de junio, un grupo de hombres hacían corrillo en una esquina de la colonia La Sierra en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez, cuando de pronto, hizo alto frente a ellos un automóvil tipo Aveo y desde su interior los rafaguearon, de lo cual resultó un saldo de un muerto y dos heridos.
En el amanecer del día 5 de junio, en un camino de tierra de la comunidad de San Marcos, mediante el cual se llega a la laguna de la Media Luna en el municipio de Ríoverde, fue localizado el cuerpo abatido de un hombre de unos 25 años de edad, mismo que no fue identificado por la policía. El cadáver presentaba múltiples heridas provocadas por arma de fuego.
El Infierno es el nombre de un bar en el municipio de Ciudad del Maíz. Al anochecer del día 5 de junio, hombres armados entraron al tugurio y se llevaron al propietario y a uno de sus empleados. Tomaron la carretera a Ríoverde pero con tan mala suerte que se encontraron un retén de la policía, así que tomaron un atajo al camino a la comunidad de las Amoladeras. La policía inició una persecución hasta que se enfrentaron a disparos, pero ya habían ejecutado a los dos levantados.
A las siete con veinte de la mañana del día 6 de junio, dieron aviso a la policía del cuerpo de un hombre sangrante en la comunidad de Pueblo Nuevo del municipio de Tamuín. Le habían disparado cuando viajaba en una motocicleta; recibió dos disparos en el abdomen. Se llamaba Antonio de Jesús, tenía 23 años y murió en camino al hospital general de Ciudad Valles.
Salió del bar donde había bebido algunas copas. Era ya casi la medianoche del día 8 de junio y abordó su auto, un modelo viejo de la Ford tipo Scort. Apenas abandonaba el estacionamiento del Sky Blue en la lateral de la Salvador Nava en el fraccionamiento Torres del Santuario, cuando unos sujetos a bordo de un vehículo blanco le cerraron el paso y le dispararon a quemarropa. El hombre ejecutado no fue identificado.
A Daniel lo mataron de dos disparos de arma de fuego. Se acercó a la cochera de su casa en el barrio de San Antonio del municipio de Ríoverde porque escuchó cierto escándalo, como quien irrumpe en un lugar con violencia. Eran dos sujetos armados que iban por él y al verlo, le dispararon. Los hechos, a media tarde del día 9 de junio.
Leonio Ibarra y Plácido Hernández son agentes de la Policía Ministerial, compartían un cuarto en el Barrio del Carmen, municipio de San Martín Chalchicuahutla. Los dos habían sido adscritos por su corporación a ese municipio donde realizaban algunas investigaciones. Por la madrugada del día 9 de junio, sostuvieron una acalorada y mortífera discusión que los llevó a dirimir sus diferencias a balazos. Plácido murió en el lugar y Leonio fue hospitalizado en situación de extrema gravedad.
Un hombre de unos 45 años de edad se dirigía a su casa en la colonia Hacienda de Bravo al poniente de la capital potosina. Eran los primeros minutos del día 10 de junio y transitaba por la calle Cilantro cuando unos sujetos armados lo ubicaron y lo abatieron de al menos cuatro disparos.
En un bodegón acondicionado como palenque de gallos en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez y bautizado como “La Catedral”, hombres armados ingresaron violentamente y dieron muerte a tres personas que habían pasado la noche jugando las apuestas con las peleas de gallos. La Catedral, está cerca del Aeropuerto Internacional Ponciano Arriaga; nadie sabe cómo es que ese antro opera prácticamente a borde de la carretera que lleva a la terminal aérea. El múltiple homicidio habría ocurrido a eso de las siete de la mañana del día 10 de junio.
A Cipriano lo mataron a sus 55 años de edad en el mismísimo zaguán de su casa en la colonia Agrícola 20 de noviembre en el municipio de Ciudad Fernández. Sucedió que en la madrugada del día 12 de junio, unos sujetos armados irrumpieron violentamente en el domicilio marcado con el número 105 de la colonia 5 de Mayo y lo abatieron a tiros.
Luego de una prolongada y dolorosa agonía, Rocío murió. El día 6 de junio, Víctor, su ex pareja la golpeó y luego le disparó; ella, herida, alcanzó a proteger a su hija de seis años de edad a quien el sujeto pretendía agredir sexualmente. El agresor huyó cuando vecinos de Rocío en el municipio de Ríoverde alcanzaron a escuchar el disparo. Malherida, fue trasladada al hospital del municipio y ante la magnitud y gravedad de las lesiones, fue enviada al Hospital Central en la capital del estado donde el día 13 de junio falleció. Víctor, un agresor consuetudinario, ya había sido denunciado por ella desde un año antes no solo por violencia familiar sino por abuso sexual de sus propias hijas, lo cual acreditó con una demanda ante el Ministerio Público. Desde entonces, un juez libró orden de aprehensión que no se cumplimentó y con ello, todo acabó con la muerte de Rocío.
Entre los yerbajos que bordean el camino de Soledad de Graciano Sánchez al ejido Palma de la Cruz, unos jornaleros descubrieron partes de un cuerpo humano. Iban a la labor por la mañana del día 14 de junio cuando descubrieron los restos. Avisaron a la policía que en el sitio, los recuperó; cerca del lugar localizaron prendas de vestir que habría utilizado en vida la víctima mortal.
La noche del día 14 de junio, don Pablo estaba vendiendo hot dogs en el centro de Ciudad Valles cuando lo ejecutaron. En la esquina de Madero e Hidalgo en el corazón de esa ciudad Huasteca. De súbito, un grupo de sujetos armados se plantaron ante el puesto y lo abatieron a tiros. La víctima era además de comerciante, ex funcionario municipal y líder de una organización adherida al PRI. El caso alcanzó revuelo en Ciudad Valles porque solo faltaban dos semanas para las elecciones.
Miguel Ángel tenía 37 años de edad y era guardia de seguridad en una empresa sobre la carretera Ciudad Valles-El Mante. Por la madrugada del día 16 de junio, unos sujetos armados lo mataron cuando intentaban robar el cajero automático ubicado a la entrada de la empresa.
El cuerpo de un hombre de unos 30 años de edad fue localizado en un predio de la colonia Felipe Ángeles en la capital del estado durante el amanecer del día 17 de junio. La Policía no logró identificar el cadáver, quien lo asesinó también le prendió fuego a los restos. Según las autoridades, hasta el 70 por ciento del cuerpo se había carbonizado.
En una comunidad del municipio de Matlapa, conocida como Coaquentla, famosa por los remansos del río Tancuilín a donde muchos se van a divertir, Candelario, de quien dicen es un tipo torvo, inseguro y muy celoso, asesinó a su esposa Reina porque juzgaba que le era infiel. Ella solo tenía 19 años cuando la mataron injustamente el día 17 de junio. Su esposo y agresor de 27 años de edad, intentó ocultar el crimen al enterrar el cuerpo de la joven en el patio trasero de la casa, pero los remordimientos y el sentido de culpa no lo dejaron en paz y el mismo día del crimen confesó el asesinato.
Un hombre fue abatido a tiros en la calle César López de la colonia El Paseo. La víctima caminaba sobre la acera de esa calle a eso de las seis de la tarde del día 20 de junio, de súbito, desde un auto tipo Mustang de color blanco unos sujetos le dispararon; el cuerpo quedó tendido y sangrante. Minutos después lo recogieron paramédicos, pero murió en camino al hospital.
Entre unos cúmulos de cascajo y desechos de materiales de construcción se localizó el cuerpo sin vida de un adolescente de escasos dieciséis años de edad. Por la mañana del día 20 de junio, en un baldío de la calle Mártires de la Revolución en la colonia Revolución de la capital, fue descubierto el cuerpo pero no se logró su identificación ni las causas de su muerte.
En un domicilio de la calle Fausto Nieto al norte del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, la policía y personal de urgencias médicas, rescataron el cadáver putrefacto de un hombre. Desde muy temprano, el día 20 de junio, vecinos de esa calle alertaron a las autoridades por el olor fétido que salía de una vivienda, situación que luego se aclaró con el hallazgo del cuerpo de un desconocido que desde hacía al menos diez días, alguien lo había asesinado.
En el lodazal de un camino de la delegación de municipal de La Pila había un cuerpo desangrado; lo habían tasajeado de la cara, la espalda y el tórax. Murió hacia el mediodía del 23 de junio. La policía llegó al lugar de los hechos y no pudo hacer otra cosa sino reportar que la víctima había muerto unas horas antes y que no portaba identificación alguna.
Casi a la medianoche del día 23 de junio, en una calle oscura y sin nombre en la fracción El Morro del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, un hombre fue ejecutado a machetazos en la cabeza. El crimen se cometió cerca de la calle de Negrete, el cuerpo no identificado fue descubierto al amanecer del siguiente día.
Martín hacia esquina en Eje Vial y Aquiles Serdán, sus amigos que lo acompañaban recién se habían despedido. Eran los primeros minutos del día 24 de junio, de manera sorpresiva pasaron por el lugar unos sujetos que sin más le dispararon. Al poco rato lo auxilió la Cruz Roja, pero expiró antes de llegar al hospital.
Por un mísero refrigerador viejo, Aldo y Uriel, dos adolescentes de no más de 16 años asesinaron a un anciano en su modesta casa en la colonia Mártires de la Revolución en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez. Hacia el mediodía del 25 de junio, uno de los hijos de don Enrique, un hombre de 78 años de edad, descubrió su cuerpo desangrado; le habían abierto un tajo en el cuello y murió desangrado. Todo por un refrigerador que los mocosos pretendían vender.