Ángel Castillo Torres
El Tribunal Estatal Electoral ha reconocido que la elección de Sara Rocha y Freinné Azuara como dirigentes del PRI fue ilegal, que se violaron derechos políticos de otros aspirantes. Luego de analizar con rigor e imparcialidad los agravios cometidos contra Edmundo Torrescano y Érika Velázquez la autoridad electoral dictó sentencia: Se anula la elección por ilegítima y se ordena reponer el proceso a partir del momento de la inscripción de los aspirantes.
Esta noticia fue una bomba que cimbró el edificio del PRI. Sara y Freinné quedaron petrificadas al enterarse. Ellas, que muy orondas se pavoneaban como las nuevas dueñas del PRI se apanicaron. Los castillos en el aire que habían construido luego de su alevosa conspiración, se derrumbaron; las diputaciones plurinominales que Sara y Freinné ya consideraban como suyas en el 2024 se esfumaron, les salieron alas y se perdieron en el oscuro bosque de la incertidumbre. La resolución hizo pedazos sus certezas. En su estructura mental, contraria a los valores de la democracia, las dos cómplices de Alejandro Moreno tuvieron que iniciar un control de daños. Lo primero que se les ocurrió fue ir a darle la queja al bribón que despacha en la Ciudad de México. Al enterarse Alito Moreno de esta fatalidad, sacó de su cajón de mañas un remedio temporal para enfrentar la inesperada crisis. Fraudulento como es, Alito, El Soberbio, les dijo a las afligidas priistas que no se preocuparan, que recordaran las enseñanzas de Don Gonzalo N. Santos: “EL QUE MANDA, MANDA, Y SI SE EQUIVOCA, VUELVE A MANDAR”, ¡Faltaba más! Qué se están creyendo estos tinterillos del Tribunal Estatal Electoral. Ya verán esos chupatintas lo que el PRI y sus influencias pueden hacer para ignorar sus sentencias ridículas. Fue así como Alito, El Soberbio, decidió hacer pública su postura el pasado 29 de septiembre en el marco de su visita a San Luis Potosí con motivo del segundo informe de gobierno de Enrique Galindo Ceballos, alcalde de la capital.
¡Háganle como quieran, Sara se queda!
Caminando plácidamente por la plaza de armas en compañía de Enrique Galindo y Sara Rocha, Alejandro, Alito Moreno, fue entrevistado por algunos reporteros de la prensa local respecto al caso de la sentencia del Tribunal Estatal Electoral que dejaba sin dirigentes al priismo potosino. Erguido, altanero y en actitud de perdonavidas el dirigente nacional declaró que Sara no se va y que para él y el Comité Ejecutivo Nacional la oriunda de Real de Catorce sigue siendo la presidenta del tricolor. De la gris y espectral Freinné Azuara ni siquiera se acordó al momento de hacer sus declaraciones. En un lenguaje ambivalente, casi esquizofrénico, avisó que “Al frente del partido estará Sara, tenemos la facultad estatutaria y siempre respetaremos lo que dice la autoridad electoral”. ¿O sea cómo? Sí ¿pero no?, Que alguien me explique. Implícitamente en su galimatías que dio como respuesta, Alito reconoce que el proceso en el que fueron electas Sara y Freinné fue anulado y que ya no son más las dirigentes formales, pero por sus pistolas y haciendo honor a su personalidad autoritaria y poco respetuosa de la ley El Soberbio decidió que sus niñas sigan usurpando el cargo al que llegaron de manera tramposa; pero lo más grave es que con sus declaraciones ningunea a los magistrados Yolanda Pedroza Reyes, Dennise Porras Guerrero y Víctor Nicolás Juárez Aguilar. Sus altaneras expresiones exponen al ridículo a los juzgadores del Tribunal Estatal Electoral. Queda claro con estas actitudes de desdén que Alito Moreno no respeta el estado de Derecho ni las Instituciones que forman el entramado de nuestro sistema político-electoral. Los ciudadanos deberán tomar nota de esta conducta del dirigente del PRI, que junto con sus cómplices y futuros candidatos saldrán el próximo año a pedir el voto. ¿Les darán su confianza a estos enemigos de la democracia? De por si el tricolor es el partido que más rechazo acumula por su largo historial de prácticas antidemocráticas y de corrupción, y ahora, nos viene a confirmar que no tienen remedio, que está en su naturaleza el gen antidemocrático. ¿Cómo pueden presentarse ante la sociedad como una alternativa salvadora a los horrores del proyecto de la 4T si sigue siendo la reserva más cuantiosa de las peores prácticas del viejo régimen? ¿Piensa acaso que los ciudadanos son estúpidos?
¿Y Galindo? ¿Ya pactó y se reconcilió con Alito, o es cómplice por omisión de este cochinero?
Enrique Galindo es un virtuoso ejecutante de lo que se considera políticamente correcto. Para él, lo primero es la imagen (la sonrisa Colgate); porque como buen priista de la vieja escuela “la forma es fondo”. El alcalde está constituido de apariencias. Todos sus actos de gobierno están construidos sobre los cimientos de la propaganda y en materia de imagen pública siempre cuida no verse políticamente incorrecto. Ha logrado aprender, en grado sublime, a fingir y a tragar sapos. ¡Todo sea por llegar algún día a la cúspide del poder! (la gubernatura). Por ejemplo, siempre planta cara de estoico ante los constantes e hirientes regaños que le propina mes tras mes el gobernador Ricardo Gallardo. Ante cada descalificación o crítica, el alcalde se eclipsa, asume una apariencia ecuánime, imperturbable y aguanta vara. Otro ejemplo lo tenemos en la relación tóxica que mantienen con Alejandro, Alito Moreno. La historia es la siguiente. A través de Sara Rocha, el dirigente nacional del PRI lo dejó fuera de la jugada a la hora de renovar la presidencia y la secretaria general del comité directivo estatal. El acuerdo original era que Galindo pusiera al secretario general en la persona del síndico Víctor Salgado y la titularidad de la secretaria técnica del Consejo Político Estatal en manos de Martin Reyna, otro de sus leales. Pero sucedió que Alito y Sara Rocha le jugaron chueco al alcalde al colocar a la gris y espectral Freinné Azuara en la secretaria general. Semanas después vino otra traición cuando Sarita decide nombrar al impresentable Alberto Rojo Zavaleta en la secretaría técnica del Consejo Político Estatal. Seguramente usted, amable lector, recordará que Enrique Galindo abandonó iracundo y despechado la asamblea de la sesión solemne de instalación y toma de protesta del Consejo Político Estatal del Partido Revolucionario Institucional para el período 2023-2026, aquel fatídico 26 de agosto de este año. Con todo y este pesado fardo de agravios en sus espaldas Galindo tuvo que invitar a su segundo informe de gobierno a Alejandro, Alito Moreno. Pero como dos días antes de su Informe el Tribunal Estatal Electoral había decretado que Sara y Freinné ya no eran las dirigentes del PRI, Alito aprovechó su estadía en la capital potosina para mandar al diablo la sentencia de la autoridad electoral. En este ambiente envenenado Galindo tuvo que recibir a Alito en Palacio Municipal y con una sonrisa de oreja a oreja se placeó con el soberbio dirigente en el Centro Histórico como si nada hubiera ocurrido. Luego de esta aparente reconciliación un fantasma en forma de pregunta recorre las calles de la ciudad: ¿Ya pactó Galindo con Alito la salida de Sara Rocha y Freinné Azuara, o una vez más nuestro alcalde capitalino se consagrará como un destacado ejecutante en el exquisito arte de la genuflexión ante los poderosos? Pronto lo sabremos. Esta historia continuará.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es psicólogo y maestro en Ciencias de la Educación. Fue delegado de Villa de Pozos en 2022 y subsecretario de Gobierno de 2016 a 2017. Presidió el Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en 2013. También fue director general del Sistema de Financiamiento para el Desarrollo del Estado. Ocupó los cargos de regidor en la capital potosina (2007) y de diputado local de la LVI Legislatura (2000). Impartió clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.