Se acaba la fiesta

Óscar G. Chávez

El festival de primavera organizado por la dirección de Cultura del Ayuntamiento de la capital era ya necesario frente a la diversa y constante problemática que atraviesan sus habitantes; la ideal tregua para el indispensable esparcimiento. Diversos eventos de calidad dirigidos al numeroso público integrado por una diversidad de asistentes (que lograron romper con la hegemonía del tamborazo estatal) a diferencia de algunos eventos organizados por el mismo ayuntamiento y pese a su elevado costo, dirigidos a núcleos muy cerrados, lo que llega a volverlos excluyentes.

Ya, por ejemplo, durante esta semana se conoció, a solicitud de parte y no porque sean muy transparentes, que en las conferencias de Rosario Marín, Denise Dresser, YalitzaAparicio y Fernanda Familiar, se gastaron $1’222,930.19 pesos, con los cuales (aparte de a las conferencistas) se benefició a un muy reducido público. Sin embargo volvemos al principio, el festival municipal ha sido un éxito, con todo y el riesgo que representa la endeble estructura de la plancha de la plaza Los Fundadores.

No vale decir que no hubo distracción, como tampoco vale decir que la ciudad no se encuentra abrumada por un sinnúmero de problemas, entre los que destaca el desabasto de agua; tampoco se puede dejar de lado el gran problema en el que se le puede convertir al alcalde el asunto del paso a desnivel del Saucito. Casos que si bien son inconexos, debido a su magnitud algo le pueden generar al alcalde.

Ambos, curiosamente, son herencias de pasadas administraciones municipales. El primero ya añejo,  derivado de una sucesión de malas administraciones que, al heredarlo a las sucesoras, se ha convertido en una bola de nieve que en algún momento, y ya de considerable magnitud, tendrá que impactarse contra algo y alguien. El segundo, aunque impulsado por esta administración, fue propuesto con un pretendido inicio durante el gobierno de Ricardo Gallardo Juárez (padre del gobernador) y que lleva como lastre una historia de corrupción.

Sin pasar por alto lo anterior y considerando que Enrique Galindo no es el responsable directo, la solución de éstos podría representar para el alcalde un reposicionamiento frente a la caída que experimenta en su popularidad y que al igual que Xavier Nava, parece empeñado en no querer ver. Por el contrario, como ya quedó señalado en el tercer párrafo, de no resolverlos dentro de sus justos contextos, se convertirán no sólo en una derrota sino también en un lastre permanente en su carrera política.

El problema del agua con todo y que el presidente de la República señale que no es grave, quienes lo sufren dentro de la mancha urbana y las zonas conurbadas saben que es real y aunque no de las magnitudes de lo que se enfrenta en Monterrey, resulta difícil de creer que incluso en algunos fraccionamientos del poniente de la ciudad el desabasto sea una realidad, al igual que el cobro de los recibos, que siguen llegando. De no lograr solución, más allá de la pretendida sanción a los exdirectores de Interapas, Enrique Galindo se convertiría en el alcalde derrotado por un problema que logrará resolver quien ya vio la ganancia política que esto le puede generar, pero de conseguirla, seguramente alcanzaría altos niveles de popularidad y cualquier error cometido hasta ahora, en cualquier contexto, se convertiría en un simple detalle en el que no valdrá la pena detenerse.

De forma similar el asunto del paso a desnivel del Saucito podría convertirse en un indicador de autoritarismo o de debilidad, ya que de imponerlo aunque beneficiaría a la ciudad de cara al desarrollo urbano, perdería un importante número de simpatizantes no sólo en aquel sector de la ciudad, sino de todos aquellos que vincularían el proyecto con los intereses de los Gallardo; recordemos que casi al iniciar la oposición a la obra, el alcalde argumentó que los inconformes “son ajenos a la zona en tanto que algunos de éstos se hallaban mal informados. Sin embargo, con todo y que fueran ajenos al rumbo, Enrique Galindo parece olvidar, adoptado un discurso similar al del gobernador, que son ciudadanos potosinos, y si argumenta desinformación es porque precisamente la propia instancia municipal que él preside, no ha sabido informar de una manera adecuada.

Por el otro lado, de continuar suspendida la obra mediante recursos promovidos por la ciudadanía y recibir un revés definitivo, derivado en parte de la incapacidad para negociar, se establecería un precedente que permitiría detener la realización de obras similares en otros puntos de la ciudad. Todo es cuestión de tiempo y de seguir estrategias adecuadas, el problema es que ni los síndicos, ni el aparato jurídico del Ayuntamiento, ni su “asesor premium”, han servido para otra cosa que no sea lo ornamental. Reditúa más organizar festivales que mantenerlos en la nómina municipal.        

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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