Carlos Rubio
Luego de que San Luis Potosí pasara de color naranja de riesgo alto a color rojo de riesgo máximo en el semáforo de COVID-19, las autoridades municipales llevaron a cabo otro intento de cerrar las plazas públicas del Centro Histórico, sin embargo, por segunda vez consecutiva, fracasaron.
Hace exactamente tres meses, el 21 de abril, el Ayuntamiento capitalino cerró espacios como las plazas Fundadores, de Armas y del Carmen, ante el anuncio de la fase 3 de la contingencia en México; fue cuestión de horas para que se observara a los primeros “vivos” que decidieron brincar la cinta de seguridad colocada y utilizar los espacios de cualquier modo. También se acordonaron las bancas para evitar que las personas se sentaran, no obstante esta medida también fue ignorada.
Ahora, después del aumento desmedido de casos de COVID-19 que ha tenido San Luis Potosí y con el nuevo color de riesgo en el semáforo epidemiológico, el Ayuntamiento ha tomado nuevamente la decisión de acordonar las plazas obteniendo el mismo resultado.
No han pasado más de dos días y las cintas de seguridad ya han sido retiradas de todas las bancas. Además de que esta vez la cantidad de personas presentes en el Centro Histórico es mucho mayor a la que se pudo observar en la anterior ocasión en que se intentó aplicar esta medida.
Una madre de familia sentada en una banca acompañada de tres niños, quienes estaban jugando a su alrededor, justificó tenerlos en la calle sin cubrebocas, argumentando que querían salir a divertirse un rato y que “estar en la calle así nada más no les hace daño, aparte ellos son primos, no están enfermos”.
También se puede observar a gran cantidad de personas de la tercera edad sentadas en las bancas y sin hacer uso del cubrebocas. Además de familias completas de paseo.
¿Por qué llevar a cabo la misma acción esperando diferentes resultados?