Seguridad a la carta

Óscar G. Chávez

Más tardó el alcalde candidato de la capital en denunciar la guerra sucia en su contra (como si en política hubiera guerras limpias) que uno de los golpeadores de la gallardía en salir a decir que esos ataques son consecuencia de su mala gestión. Algo puede haber de esto, por supuesto, pero el boquisuelto ente verde parece no darse cuenta de lo que dice. 

“…lógicamente con tan mala administración se generan también las consecuencias con gente que puede opinar de una manera distinta y que no lo quieren más en la capital. Es claro que existe decepción entre los habitantes, al  querer hundir a la ciudad en otros tres años de retraso y, ahora, tiene que asumir las consecuencias…”.

Es decir, al considerar que la disensión en opiniones genera este tipo de golpeteos se dará cuenta que abre una puerta para que cualquier potosino inconforme con la gestión del que lo alimenta pueda entrar por ella. Porque, es innegable, que la administración de Ricardo Gallardo, quien al igual que Enrique Galindo lleva tres años, ha hundido municipios y estado en el retraso; y desde luego que existe un decepción, mucho mayor que con el alcalde, contra el gobernador.

Así, bajo esos parámetros y siguiendo la lógica eloyista, cualquier tipo de ataque contra el gobernador o contra cualquiera de los candidatos e incluso políticos, es justificable. No extraña, desde luego, considerando que los dichos vienen de quien se ha caracterizado por ser uno de los más fieros cancerberos de la gallardía.

Pero esto, el asunto de los ataques y la inseguridad, no son cosa nueva y ahora experimenta este candidato lo que un día sí y al otro también vive cualquier potosino de a pie. Todo esto pasa desapercibido o deliberadamente se ignora por parte de la autoridad. 

Veamos el caso del generalote que tiene a su cargo la secretaría de Seguridad estatal. Para él no pasa nada, porque nada hay que valga la pena atender, incluidos homicidios diarios, motines en reclusorios con todo y asesinatos, ajustes entre grupos criminales, balaceras en cualquier municipio, acomodo de cadáveres en cualquier centro urbano o rural. Nada es real sino producto de la equivocada percepción ciudadana. 

Con todo y que no hay inseguridad (porque no se entera, porque no la vé o porque prefiere ignorarla o hacerle al misterio del conejo) comenta, como un gran logro de la dependencia que dirige, el otorgar protección a 24 políticos aspirantes a cargos de elección popular. Es decir, los candidatos consideran y ven como una realidad que pueden ser víctimas de la violencia o la inseguridad que sufre el estado. 

A éstos, sin embargo, no les fue negada la protección y ya se distrajo en ellos, con todo y que no hay inseguridad, 44 policías y 22 vehículos. La protección se otorga “inmediatamente, en cuanto se recibe la petición, se les proporcionan dos elementos y una vez que se concluye el análisis de riesgo, se puede incrementar o dejar esas dos personas…” 

Quién fuera candidato para contar con esas prebendas; pero además ¡en cada caso se realiza un análisis de riesgo! y se considera la posibilidad de incrementar su seguridad. De nuevo, ¿y para qué si no existe la inseguridad en el estado? 

Olvidémonos un poco de los delitos derivados de la inexistente inseguridad (según dice el generalote) y preguntemos a los ciudadanos quién los defiende de la violencia prohijada por los políticos corruptos y los ladradores a sueldo del régimen en estos días en que el que disiente es casi considerado como terrorista. Al ciudadano inconforme, a ese que se la pasa “chingue y chingue”, ¿no hay dos policías que lo protejan de la violencia institucional que diario fomentan el gobernador y sus testaferros?                 

* * *

De nuevo. Señores diputados: no sean infames, pónganse a trabajar, desquiten su salario; al menos por una sola vez en esta legislatura muestren compromiso social y humanidad, olvídense de sus campañas por un momento y otorguen ya el indulto a Sanjuana Maldonado. Diputado José Luis Fernández, ¡tenga dos gramos de madre! 

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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