Siempre autónoma por mi matria educaré: las mujeres construyen la UASLP

“No podemos tener una institución con una autonomía de 100 años cuando siguen invisibilizando el trabajo de las mujeres", considera Arely Torres.

Marcela Del Muro

Martha Miranda Castro formó parte de la segunda generación de economistas egresados de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), fue docente de la Facultad de Economía y la primera directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales.

Las fotografías muestran a una mujer de facciones finas, cabello corto y ojos claros con unos delgados lentes de pasta; vestida con trajes sastre y de presencia imponente. Una mujer de gran inteligencia, que en aquellos años, ocupaba un espacio en mesas de análisis y conferencias, siempre rodeada de hombres.

“Ella era de las mentes más brillantes que he conocido. Su línea siempre fue la investigación y la docencia, cómo entender el mundo desde otra perspectiva del estudio social. Mi mamá entregó su vida y su salud mental a la Universidad”, recuerda Arely Torres Miranda, hija de la economista Martha Miranda.

En este centenario de autonomía de la UASLP, celebramos que han existido mujeres fuertes y brillantes como la maestra Mirada Castro, que han contribuido a la construcción de lo que hoy es la institución y trazaron el camino para las generaciones de mujeres estudiantes, docentes, trabajadoras e investigadoras que hemos caminado después de ellas.

Lamentablemente, la historia de la economista e investigadora universitaria nos demuestra lo complicado que es ser mujer en una institución cuyas raíces son profundamente patriarcales. A pesar de los años de esfuerzo y dedicación, la trayectoria de Martha Miranda fue borrada de los registros históricos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

“Esta Universidad no puede plantearse unos siguientes 100 años sin hacer un proceso de autocrítica y de transformación. Si bien, históricamente la Universidad se construyó sin nosotras, el día de hoy somos nosotras las que estamos haciendo a la Universidad”,  señala la doctora Urenda Queletzú Navarro, abogada, historiadora, investigadora, activista y quien encabeza la Defensoría de Derechos Universitarios.

La desigualdad laboral de las mujeres universitarias

“Yo fui hija de una madre con doble jornada”, comenta Arely Torres Miranda. Su mamá se tituló en 1971, cuando su hermano mayor ya había nacido. La licenciada en economía comenzó a trabajar como docente en la Universidad y posteriormente tomó la titularidad del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, en marzo de 1982.

La maestra Martha Miranda Castro “era muy estricta. Sabía impartir claramente sus materias, transmitía lo que sabía, le gustó la didáctica. Se capacitó mucho, sobre todo en las áreas demográficas. Fue una de las primeras maestras que impartió la materia de marxismo, materia difícil”, la describe el economista Rodolfo Torres Rivera, su esposo, en un artículo escrito por Manolo Herrera en la revista Perspectiva de la UASLP en el año 2007.

Los pasillos de la Facultad de Economía vieron crecer a los tres niños Torres Miranda, quienes jugaron en sus instalaciones, comieron gorditas de Morales en su cafetería e hicieron tareas escolares en su biblioteca.

Arely recuerda que durante sus vacaciones acompañaba a su mamá a hacer trabajo de campo en comunidades del interior del estado. “Ella me hablaba mucho de las comunidades que se quedaban sin hombres por la migración y cómo las mujeres asumían su maternidad solas”, desde muy chica, Arely y sus hermanos conocieron y se sensibilizaron de las duras realidades de miles de niños, niñas y mujeres.

“Lo que soy y el reflejo de muchas cosas de las que hago es gracias a ella, porque desde muy chica aprendí a entender el mundo desde esa perspectiva social”, dice la abogada, comunicóloga, activista feminista e hija de Martha Miranda.

Sin embargo, Arely señala que las mujeres en puestos de liderazgo asumen un costo brutal. Para ella, cuando era niña, era complicado comprender que su mamá llegara tarde a los festivales escolares o que no la pudiera llevar a ciertos lugares porque tenía que trabajar. También recuerda a su mamá llegando de su jornada laboral a hacer comida y labores del hogar.

“A nosotras se nos exige bajo los mismos parámetros que se les exige a nuestros colegas, pero sin tomar en cuenta estos ciclos vitales, estas decisiones de vida de ser madre. Es algo que atraviesa a muchísimas mujeres que se han dedicado a la docencia y la investigación en la Universidad”, refiere Urenda Navarro.

Urenda, al igual que Martha, ha hecho a su hija partícipe de sus procesos y decisiones profesionales. La hija de Urenda crecerá como Arely, viendo en su mamá a una mujer fuerte, liderando grandes proyectos universitarios que beneficiarán a su comunidad, siendo un ejemplo de vida.

Los pactos patriarcales al interior de la UASLP

En el año 95, la economista e investigadora Martha Miranda Castro hizo pública su intención de ser directora de la Facultad de Economía. Presentó su dossier de postulación, pero sus superiores no lo presentaron en el concurso. En ese mismo año, descubrió que algunos de los profesores que colaboraron con ella en el Instituto desaparecieron muchas de sus investigaciones.

La maestra Martha cayó en una profunda depresión, dos años después comenzó a presentar síntomas de Alzheimer. Arely y sus hermanos ahora saben que la enfermedad tan prematura y el deterioro tan veloz se gestó por la depresión tan fuerte, que fue matando sus neuronas. Martha Miranda Castro murió en febrero de 2005, a los 63 años.

Para los Torres Miranda ha sido profundamente doloroso descubrir que en los registros de la Facultad de Economía y en la Universidad no existen investigaciones hechas por su madre. Unas amigas y colegas de la investigadora afirman que sus textos fueron renombrados por otros economistas. Martha Miranda tampoco es nombrada aunque fue la primera directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales. Su legado fue borrado.

“Yo me recuerdo a mí misma en reuniones del Conapo (Consejo Nacional de Población), con el Fondo de Población de las Naciones Unidas y de mi mamá representando a San Luis por todo el trabajo que realizaba en la Universidad. ¿Cómo alguien que rompió un techo de cristal en la Universidad ha sido invisibilizada?”, cuestiona Arely.

La hija de Martha Miranda sabe que la invisibilización de la carrera tan prolífica de su madre no es el único caso en la Universidad, para ella es importante que se recuperen las historias de mujeres que han dejado un legado en la institución y sus alumnos.

“No podemos tener una institución con una autonomía de 100 años cuando siguen invisibilizando el trabajo de las mujeres. Aunque yo sí noto un cambio con la llegada de la doctora Urenda a la Defensoría (en abril de 2020). Han hecho un trabajo durísimo en una institución llena de vicios, pero creo que se han involucrado en casos difíciles y están cambiando la vida de las mujeres en la Universidad. Ojalá pudiéramos cambiar el mundo más rápido”, reflexiona Arely Torres.

Trabajando por los derechos de las mujeres universitarias

Para la doctora Urenda Navarro no ha sido fácil su trabajo como defensora, docente e investigadora de la UASLP. Durante mucho tiempo tuvo que cargar con el estigma y el señalamiento de ser un agente disruptor feminista, que provocó persecución, boicot de sus proyectos e, incluso, amenazas.

Urenda inició su andar en la docencia a los 24 años. Primero en la Coordinación, ahora Facultad, de Ciencias Sociales y Humanidades, y posteriormente en la Facultad de Derecho. Ella colaboró en la creación de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad impulsando el primer Seminario de Feminismos y Derecho que coincide con su entrada como investigadora.

“La investigación se vuelve un espacio donde converge la incidencia de los problemas sociales que a mí me interesan estudiar con el espacio de formación. Me atrevo a decir que el Seminario de Feminismos y Derecho se vuelve un espacio de formación crítica en la Universidad y comienzan a ser un referente importante”, señala la doctora en historia.

Urenda también ha sido una agente de cambio desde el activismo, ella ha incidido en políticas públicas vinculadas con la agenda de derechos humanos de las mujeres desde espacios como la Mesa Ciudadana de Seguimiento a la Alerta de Violencia de Género.

Sin embargo, en la Universidad ha sido reconocida por ser una de las pocas maestras que dan cátedra desde un enfoque de género y derecho humanos.

En el 2018, dos alumnas de Urenda, Zamira Silva y Olivia Salazar, realizaron el primer ejercicio que rompió con la tranquilidad de las dinámicas machistas de la Universidad: se realizó el primer escrache público en la Facultad de Derecho. Las alumnas denunciaron a profesores y alumnos por ejercer hostigamiento y acoso sexual.

Así se creó el Frente Estudiantil de Mujeres Universitarias (FEMU), el primer grupo estudiantil de feministas en la UASLP.

“Ellas rompieron esquemas en la Facultad de Derecho y yo encuentro en mis estudiantes a compañeras de lucha con las que me he sentido fortalecida. Es con ellas que se logra instaurar la primera Unidad para la Igualdad de Género y Derechos Humanos y se da el primer posicionamiento de cambios estructurales de la Universidad”, recuerda Urenda Navarro.

FEMU y sus nuevas integrantes, continúan trabajando junto a la Defensoría de Derechos Humanos. Mientras tanto, a finales del año pasado, las investigaciones realizadas por la Defensoría lograron la baja definitiva de siete profesores acosadores, aunque existen muchas denuncias en proceso de investigación en todas las regiones del estado.

Es necesario que las autoridades universitarias de alto nivel se comprometan con los derechos humanos de los y las universitarias, que se deje de proteger a docentes acosadores. Se requiere que la Defensoría cuente con mayores recursos humanos y económicos para realizar mejor su trabajo. Exigimos que la labor de las mujeres que trabajan y estudian en la UASLP sea reconocida.

“Necesitamos hablar de la necesidad de una refundación de la Universidad, donde no se entienda su proceso de construcción constante sin nuestra presencia”, finaliza la doctora Urenda Queletzú Navarro.

Estos 100 años de autonomía universitaria no serían posibles sin Martha Miranda Castro, Urenda Queletzú Navarro, Eréndira Mancilla, Geo González, Violeta Mendezcarlo Silva, Manuelita García Cazares, Yesica Rangel, Laura Saavedra, María Eugenia Reyna Mascorro, Carmen Rojas, Marcela Morales, Guadalupe Nogueira, Laura Elisa Castillo Torres, Margarita Díaz de León, Blanca Susana Vega, Irma Carrillo, Lety Villaseñor, Lucy Hernández Nieto, Esther Castañon, Marcela Fernandez, Suhey Tristán, Mercedes Lastras, Ruth Cisneros, Beatriz Aguilera, Cristina Schwartz, Adriana Ochoa y las miles de docentes, investigadoras, trabajadoras administrativas y alumnas que han aportado algo a la UASLP.

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