Sin vuelta a la normalidad

Por Victoriano Martínez

Nunca como ahora la humanidad enfrenta una situación de riesgo que pone en cuestión los efectos negativos de la intervención del hombre sobre la naturaleza como actitud que se refleja tanto en los grandes ecocidios como en pequeños actos que privilegian una ventaja urbana sobre la preservación de ecosistemas micro o un conjunto de árboles o de uno solo incluso.

El aislamiento social provocado por el coronavirus Covid-19 y todos sus efectos, no sólo en la salud pública y en la economía en general, abren paso a que se eche de menos la situación que se vivía antes de entrar en la contingencia. No obstante, todo indica que nada podrá volver a ser igual.

Desde una perspectiva de la modernidad, se alentó la explotación irracional de los recursos del planeta como si la naturaleza tuviera tal capacidad de regeneración para reponer el deterioro que se le provocara, pero efectos como el calentamiento global, un agujero en la capa de ozono o el deshielo en los polos muestran lo contrario.

“La tierra no tiene capacidad de reciclar los efectos negativos de la irracionalidad de la modernidad”, dijo Enrique Dussel, el filósofo argentino naturalizado mexicano, en entrevista con Carmen Aristegui el pasado 8 de abril, al considerar que la pandemia Covid-19 es la primera que se vive con una conciencia de universalidad.

En un pequeño libro titulado Ante lo desconocido… La pandemia y el sistema-mundo, Ignacio Ramonet plantea que “el nuevo coronavirus nos ha demostrado que, a la hora de la verdad, médicos, enfermeras y personal sanitario son infinitamente más valiosos que los brokers o los especuladores financieros”.

Dussel considera que la pandemia actual muestra que privilegiar el aumento en la tasa de ganancia es un objetivo contrario al principio de la vida y, por tanto, la humanidad debe cambiar su objetivo o se encaminará a un suicidio.

Se trata de consideraciones en torno a la actitud que el hombre debe tener para con la naturaleza, por lo que –aunque pudieran ser muy locales– casos como el intento urbanizador sobre la Sierra de San Miguelito, la falta de planes de manejo para la Sierra de Álvarez y el Paseo Camino a la Presa San José, y tantos otros temas ecológicos pendientes son parte del cuestionamiento general.

Hasta el desmonte denunciado este miércoles ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) por los ejidatarios de La Enramada, en Santa María del Río, no deja de ser parte de esa actitud que, cuando pase la pandemia, tendrá que cambiar.

Es por todo eso que un llamado como el publicado este miércoles en el periódico francés Le Monde bajo el título Non à un retour à la normale (No a un regreso a la normalidad), no nos es ajeno, porque –como bien plantean ahí– por “supervivencia, dignidad y coherencia” es necesario un compromiso masivo y decidido para lograr una “transformación radical”.

“Solemnemente pedimos a los líderes y ciudadanos que salgan de la lógica insostenible que aún prevalece, para finalmente trabajar en una profunda revisión de objetivos, valores y economías.

“El consumismo nos ha llevado a negar la vida en sí misma. La de las plantas, la de los animales y la de un gran número de humanos. La contaminación, el calentamiento global y la destrucción de espacios naturales están llevando al mundo a un punto de quiebre”, señalan en sus planteamientos centrales.

La defensa de la Sierra de San Miguelito ante desarrollos inmobiliarios que pretenden ganancias multimillonarias con el llamado presidencial a que la Sierra de San Miguelito no se toca es la batalla por la supervivencia más visible en estos momentos en la línea de la convocatoria de ese llamado global.

En cuestión ecológica, los temas pendientes son muchos más que los mencionados cinco párrafos atrás. Pero tratándose de actitudes, más vale comenzar a reflexionar sobre ellas, porque un hecho es que difícilmente se pueda volver a la anterior normalidad… que fue la que nos trajo hasta aquí.

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