Ciudad de México, (6 de Abril).- Esta es la época del año en la que decenas de países en todo el mundo modifican la hora oficial para tomar en cuenta el cambio de estación.
A pesar de que la medida se aplica todos los años, las confusiones y malestares se hacen presentes.
A muchos nos cuesta recordar la fecha y ajustar nuestro calendario cada seis meses para dar cuenta del cambio.
En medio de la confusión, la gente llega una hora tarde -o temprano- a citas, pierde vuelos de avión y en general enfrenta algo más de estrés en su vida cotidiana.
Pero conforme crece el debate sobre la utilidad de esta medida, muchas naciones están discutiendo si vale la pena seguir haciéndolo.
En Chile, a partir de este año, ya no cambia la hora.
Y en otras naciones de Europa y Norteamérica crecen las voces que piden que el reloj siga su curso, sin alteraciones de temporada.
Desde la Primera Guerra Mundial
El ajuste estacional a la hora empezó en Europa por la época de la Primera Guerra Mundial.
Durante la Primera Guerra Mundial se introdujo el concepto con el fin de economizar energía.
Al adelantar una hora los relojes al inicio del verano, anochecía “más tarde” y se creía que se ahorraba energía en las casas al aprovechar el sol vespertino sin necesidad de iluminación artificial.
El reverso de la moneda era, por supuesto, que “amanecía también más tarde” y la gente tenía que despertarse y desayunar en sus casas con la luz prendida.
Pero se asumía que los ahorros en la tarde compensarían el desahorro en la mañana.
Estados Unidos lo introdujo en 1918 y desde entonces ha sido una tradicional anual que comparten docenas de naciones, incluyendo varias de América Latina, particularmente en el Cono Sur.
En Chile ya no cambiará
Pero a comienzos de 2015 el gobierno de Chile interrumpió la práctica que rigió por 47 años en ese país y determinó que la hora seguirá siendo la misma todo el año, quedando fija en GMT-3, o sea tres horas al oeste del meridiano de Greenwich.
Algunos sufren trastornos de sueño por el cambio de hora.
“Estamos conscientes que esta medida va a ayudar a mejorar la calidad de vida de las chilenas y chilenos y también a hacer un mejor uso de la energía”, dijo en enero el ministro de Energía, Máximo Pacheco.
El gobierno sostiene que el cambio de hora ya no lleva a un ahorro de energía, la justificación cuando se introdujo la medida en 1968.
Pero que hoy tiene poco efecto sobre la minería y otros grandes consumidores de electricidad del país.
La decisión del gobierno de Michelle Bachelet no ha estado del todo libre de controversia.
Algunos señalan que al mantener la hora de verano durante el invierno del hemisferio sur se crean nuevas situaciones que podrían tener impactos sociales negativos.
Por ejemplo a mediados de este año, con el amanecer ocurriendo a las 09:00 am o 10:00 am en partes del país, los escolares chilenos tendrán
que llegar a la escuela en la oscuridad.
“El horario de entrada al colegio en junio, el mes más frío, ocurrirá en la oscuridad y en un momento de temperatura muy baja”, le dice a BBC Mundo el chileno experto en salud pública Rubén Gennero, quien sostiene que esto podría eventualmente llevar a algunos riesgos adicionales de propagación de enfermedades como la influenza.
Otros en cambio argumentan que la medida tendrá un efecto positivo sobre la salud mental de muchos chilenos.
En declaraciones al canal 13 de ese país, Luis Risco, director de siquiatría del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, aseguró que mantener la hora estable evitará trastornos de sueño en personas a las que las afectan esos cambios.
“Disminuirán los casos por depresión y así lo indican ejemplos internacionales”, aseguraba el experto al medio chileno.
Beneficios en duda
Varios estados de EU consideran legislación para que la hora siga siendo la misma, sin importar el invierno o el verano.
En Estados Unidos también van creciendo las voces que discuten los beneficios económicos de cambiar la hora según la estación.
Un estudio de la firma consultora Chmura Economics, “Estimating the Economic Loss of Daylight Saving Time for U.S. Metropolitan Statistical Areas” calculaba en 2013 que el país perdía anualmente US$434 millones por efecto de la reducción en la productividad que experimenta la gente cuando tiene que madrugar una hora adicional por el cambio de horario.
Y otro estudio efectuado por los académicos de la Universidad de Yale Matthew Kotchen y Laura Grant en el estado de Indiana, una parte de Estados Unidos que solo adoptó el cambio de horario en 2006, llegó a la conclusión de que la medida podía reducir el consumo de iluminación pero aumentaba el consumo de aire condicionado.
Con el resultado final que, en vez de economizar, se gastaba más energía.
En varios estados de ese país hay propuestas legislativas en curso que buscan eliminar el cambio.
Para que, como en Chile, la hora sea una, sin importar la época del año.
Fuente: Zócalo