Por Victoriano Martínez
¿Será el signo de los tiempos?
¿Cuántas personas manifiestan su indignación contra actos de los servidores públicos, los políticos y politiqueros, desde la comodidad en la que se encuentren simplemente con utilizar las redes sociales, escribir mensajes hasta agresivos o simplemente publicar emoticones de desaprobación y rechazo?
¿Cuántos de esos indignados virtuales se vuelven manifestantes reales cuando alguna organización civil convoca a la plaza pública para protestar o exigir la aplicación de la justicia o la reivindicación de un derecho?
La mañana de este miércoles, Octavio Pedroza Gaitán, ex candidato a gobernador por la Coalición Sí por San Luis, montó a las redes a través de sus contactos de Whatsapp, un texto en el que afirma que “luchará hasta el final” con referencia a los juicios de nulidad de la elección de gobernador y señala, sin dar nombres, que hubo quién lo traicionó.
Una manifestación desde un presunto liderazgo, tan excesivamente discreto, que hace pensar más en un retiro que busca justificarse –con una salida digna– en el que, cómodamente sentado en algún sillón con un libro sobre la mitología griega, de pronto se topa con una historia que le inspira un texto, lo redacta y, como un indignado virtual más, lo lanza a las redes.
O tal vez sí estaba en un cómodo sillón, pero con una buena dotación de palomitas a un lado y al frente una gran pantalla de plasma en la que veía la película 300, estrenada en 2007.
Con 750 palabras, Pedroza Gaitán parece dar por cubierto el expediente de su máximo compromiso con la bandera que enarboló y con la que obtuvo alrededor de 400 mil votos. Cuatrocientos mil potosinos que no merecen de él mayor convocatoria.
Un juicio de nulidad que gestionan los abogados y una que otra aparición en redes con mensajes ambiguos como el de este miércoles son su mayor esfuerzo para, desde su perspectiva, dar la batalla por exigir “el cumplimiento estricto del Estado de Derecho y la defensa a ultranza de los derechos ciudadanos”.
Tal vez en conversaciones con sus cercanos se justifique, igual que Ricardo Anaya, con la aclaración de que no se compara con el rey Leonidas, sino que compara a quien lo traicionó con Efialtes.
Un Efialtes con muchos membretes (tricolores para empezar) y rostros (como el de Juan Manuel Carreras López y Elías Pecina… y hasta de quien pudo ser parte de un hoy desarticulado combo que lo dejó como papa frita).
A un mes del cambio de gobierno y a 17 días de la fecha límite para que el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana haga la declaratoria de validez o no de la elección de gobernador, en la post campaña Ricardo Gallardo Cardona toma una delantera artificial con sus desplantes de gobernador cuasi en funciones.
Pedroza Gaitán se rezaga por una defensa que proyecta ser tímida e indecisa, que se empequeñece ante la avasalladora precocidad de quien está por cumplir el sueño que le cortaron hace seis años, y que, como Pigmalión, ya lo ve a la vuelta de un mes para comenzar a ser aclamado por sus dádivas que llama “programas asistenciales de verdadero fomento al desarrollo de la economía familiar”.
Como en las campañas, cuando las encuestas se vuelven propaganda que busca atraer el voto al que supone lleva la ventaja pero la determinación final se manifiesta en las urnas, en esta post-campaña podrá asumirse uno como derrotado indeciso y otro como apabullante vencedor, el hecho es que la última palabra está en manos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.