Por Victoriano Martínez
¿Acaso hay en puerta una acción contundente como seguimiento a las muchas denuncias que están pendientes, tanto en la Fiscalía General de la República como en la Estatal, así como a las investigaciones que sobre Ricardo Gallardo Cardona y su familia ha integrado el gobierno federal desde mucho antes del inicio de las campañas por la gubernatura, y éste ya se enteró?
La pregunta viene al caso a propósito del video publicado al medio día de este lunes por Gallardo Cardona en el que asegura que en su contra “se van a venir muchas campañas negras. Están preparando la guerra sucia fuerte los panistas, los priístas, incluso uno que otro despistado priísta que está con Morena”.
Prácticamente durante toda su carrera pública, Gallardo Cardona se ha caracterizado por no aclarar documentalmente cualquier señalamiento de corrupción en su contra con la salida politiquera de descalificarla como un acto de guerra sucia, o de campaña negra, como escudo para evadir responsabilidades.
Una estrategia evasiva para alcanzar impunidad a la que hasta este lunes había recurrido, de muy variadas maneras, tras señalamientos públicos en su contra.
A las declaraciones personales en ese sentido, el 8 de marzo de 2018, mientras evadía una comparecencia de imputación en un juzgado federal, una veintena de sus seguidores se plantó frente al Palacio de Gobierno con una manta que decía “Sr. Gobernador, póngale un alto a la criminalización de sus adversarios políticos”.
“Señor Carreras no les aviente a la Fiscalía (a los Gallardo, padre e hijo), deje que el pueblo hable en las urnas, respete la Gallardía, respete a la izquierda”, declaró en esa manifestación Rafael Aguilar “El Chiquilín”. El resultado de julio de 2018 dejó a Ricardo Gallardo Juárez muy lejos de su aspiración a reelegirse.
Durante su ante-pre-campaña de tres años, que la autoridad electoral evitó reconocer como promoción personalizada anticonstitucional y como actos anticipados de campaña, cada que se mencionaban las carpetas de investigación penales en su contra, Gallardo Cardona descalificaba los señalamientos como campañas negras o guerra sucia.
Cuando a principios de marzo en medios de la Ciudad de México se reveló la presentación de una denuncia por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) ante la Fiscalía General de la República (FGR) por operaciones con recursos “de posible origen ilegal” contra Gallardo Juárez y Gallardo Cardona, ya como candidato a gobernador estrenó modalidad para la misma estrategia.
En esa ocasión echó mano de los membretes partidistas que lo apoyan y publicó un desplegado con las firmas de los integrantes de sus fracciones en el Congreso de la Unión, que hasta el propio Gallardo Cardona aparece como firmante para apoyar a Gallardo Cardona, como un esfuerzo por desviar las cuestiones que enfrenta en el ámbito penal hacia el electoral degradado electorero.
Hasta este lunes, recurrir a la descalificación de los asuntos penales que enfrenta fue una estrategia reactiva contra señalamientos públicos de otros actores políticos, organizaciones ciudadanas o autoridades federales, y revelaciones periodísticas.
Hoy su alerta porque “van a atiborrarnos de guerra sucia” tiene más un tinte de intento preventivo de vacunarse contra alguna acción que como resultado de tantas denuncias que enfrenta en diferentes instancias pudiera estar en puerta, y ya hubo quién se lo advirtiera.
De tal manera recurre al escudo de la guerra sucia, que con su anuncio de que en los próximos días nombrará una Comisión de la Verdad para mostrar “al pueblo de San Luis Potosí todas las corruptelas de 30 años en los gobiernos”, prácticamente avisa que lo que se aproxima es la madre de todas las guerras sucias.
Es como si el escudo como víctima de la guerra sucia ya no le fuera suficiente para protegerlo ante una acción de la autoridad en puerta, y tuviera necesidad de mandar un mensaje sobre otro tipo de arsenal a su disposición para su defensa politiquera.
Si hasta este lunes la actitud de Gallardo Cardona era reaccionar como víctima de una guerra sucia para protegerse, ¿qué lo ha puesto tan en alerta al grado de que se adelante a tocar los tambores de una presunta guerra sucia?