Tiempo de confusiones

Por Victoriano Martínez

Son tiempos de confusiones en la política pública. Reales, ingenuas, simuladas, intencionales, provocadas, interesadas… Confusiones de muchos tipos, aunque sólo están en dos grupos: las reales y las otras que, para colmo, alimentan a las primeras.

Son tiempos de confusiones porque así conviene a los actores políticos en un año preelectoral, el segundo de los periodos trianuales en el que más se muestra cómo la mirada puesta en la próxima votación condiciona la atención que se pone en las obligaciones propias de un cargo de elección popular.

No falta quien confunda ingenuamente una declaración políticamente correcta de afirmar que para el 2021 cualquiera con derecho a voto puede ser su candidato, para después percatarse de que habrá algún malicioso que simule confundir esa expresión para anunciar la apertura a la posibilidad de que determinado personaje abandere a ese partido por la gubernatura.

Sergio Serrano Soriano, dirigente estatal de Morena, tras afirmar que cualquiera puede ser el candidato de su partido por la gubernatura se vio obligado a alimentar la confusión real al salir a colocar una nota al pie a su declaración anterior: cualquiera puede ser, menos Ricardo Gallardo Cardona porque no reúne “otras condiciones”.

Confundir la paciencia y la prudencia con la tolerancia de actos vandálicos en desarrollo y dejar avanzar un creciente saldo de daños no es una ingenuidad y sí tiene mucho de simulación pero, sobre todo, de intencional. Una confusión que pretende provocar otra de mayores alcances: todo manifestante a quien se le pueda calificar de radical es un riesgo de violencia.

Una falsa confusión que aportó el pretexto para detener a cualquiera que haya estado cerca de la manifestación del pasado viernes frente al Congreso del Estado y dejar a salvo a quienes encabezaron el vandalismo, que tan útil les resulta para desincentivar futuras manifestaciones.

Una violencia física contra un inmueble que abre paso a una violencia institucional contra la libertad de manifestación, al provocar que se confunda cualquier protesta con un llamado para atentar contra las instituciones.

Ultrajar tres banderas, de las cuales una se consumió en una hoguera, adquiere un simbolismo preocupante en ese juego de confusiones simuladas, intencionales y provocadas que, en el campo de las confusiones reales, provocan una perplejidad que pondrá en duda la validez y legitimidad de las siguientes protestas.

Un coctel de confusiones que mezcla la protesta con el vandalismo y su posterior represión, en el que sobresalen –por impactantes– los actos vandálicos que no sólo distraen la atención sobre la protesta válida y la reprobable represión, sino también sobre la amplia agenda de pendientes de un gobierno cuestionado.

Si, como dicen, en política lo que parece es, confundir es la mejor manera en la que los políticos justifican y encubren sus verdaderas intenciones, así estén convencidos de su nobleza o sean verdaderos actos criminales para sacar el mayor beneficio del erario y del poder público.

Son tiempos de confusiones ingenuas, simuladas, intencionales, provocadas, interesadas… por parte de los políticos que tienen la mirada puesta en la votación que se dará en 2021, tanto para ver qué nuevo cargo ocupan como para cuidar que quien ocupe los nuevos cargos no lo llame a cuentas.

Para la ciudadanía en general, son tiempos de confusiones reales sembradas por quienes están más preocupados por no dejar de medrar del erario y aprovechar el desconcierto que provocan para jalar agua a su molino, sobre todo cuando de manera interesada confunden hacer propaganda con informar.

Son tiempos de no creer la mitad de lo que los políticos informan desde sus cargos, y la otra mitad ponerla en duda… porque seguramente pretenden que los ciudadanos los comiencen a confundir con la mejor opción para 2021.

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