Óscar G. Chávez
Aquí siempre se ha conducido como el típico bravucón de pulquería contra todo aquello que le resulte incómodo, tiene mucho de lógica y nunca mejor empleo una frase del exgobernador chihuahuense, Javier Corral: “recurre a la descalificación personal y al insulto el que ayuno de ideas y conceptos, es incapaz de construir una propuesta”. Allá tampoco las podrá construir porque mantiene el ayuno, pero resulta curioso que siempre que frecuenta la Ciudad de México, mantiene un perfil muy bajo, sin majaderías ni sainetes frente a los medios de comunicación, a los que de ser posible los evita.
En parte se entiende, sus alardes sólo tienen resonancia en el entorno inmediato, en el que todavía puede gobernar (gracias a su fanfarronería) bajo la directriz del miedo. Al día de hoy, y ésta es una realidad, no se sabe con certeza cuáles son sus verdaderos alcances, lo cierto es que (y en eso se abrevia todo) con miedo que le tengan es suficiente; al menos para su muy peculiar forma de desgobernar.
La suma de todo lo hecho y dicho en los últimos días es la muestra perfecta de esa forma que no es estilo. Servil frente a su compadre el Güero (Velasco, no Carreras), acomodaticio con la muy posible futura presidente de la República, sumiso frente al presidente en turno, desentendido frente a la problemática del estado que gobierna (incluido plantón de maestros en el Zócalo), mitómano respecto a los cuestionamientos formales sobre su administración.
No es botón pero sirve de muestra afirmar que la Contraloría General del Estado auditó a la Feria Gallardista Potosina, cuando su propio contralor determinó cancelar la auditoría de la pasada edición, al no existir uno solo de los documentos que acreditaran los contratos de los artistas. Embustes compulsivos (no sabemos si del patronato, del contralor o del gobernador) que ameritan un examen psicológico.
La verdad llegará en algún momento, mientras tanto un sumiso peón se atreve a decir que hay montos y auditorías, pero las solicitudes de transparencia no son atendidas por haberse traspapelado la solicitud. La realidad es que hasta el momento no se ha atendido ni una solicitud de transparencia; veamos a futuro, lo mismo ocurrirá con la arena charra y cualquier obra pública emprendida por su gestión.
Todo cae por su peso. Acciones y obras que no se realizan con todo y las promesas de campaña, bravatas que no se cumplen, obra pública que no se concluye, una bonanza administrativa que no se demuestra; ataques que no se justifican contra instituciones; vulgares descalificaciones contra enemigos imaginarios. Lo impensable: ciudadanos que cansados de sus excesos deciden enfrentarlo; jueces no sujetos a sus caprichos acotan sus arbitrarios alcances; realidades que un día sí y al otro también lo desmienten.
Mucho de lo señalado se ha logrado matizar hasta ahora, gracias a dos situaciones, una es la ausencia de oposición y contrapesos locales que no manifiestan su inconformidad, antes bien, las migajas que les lanza los hace darse por bien servidos; después, su aparente alianza con el gobierno federal, misma que es muy posible que se mantenga (dependiendo de los resultados electorales que el estado aporte a las elecciones federales) como puente sexenal.
Esto debe verse con detenimiento, ya que es muy posible que todo el recurso estatal del que hasta el momento no se sabe ni sabrá, porque no hay cuentas claras, sea y siga siendo desviado para ser utilizado en la gran campaña federal en el estado.
Hay quienes dicen que la relación entre el gobernador y la candidata no son buenas, pero si aquel puede garantizarle un buen número de votos, demostrado el pragmatismo de la candidata, lo más seguro es que siga sin pasar nada, sin importar la merma al erario estatal, de ahí que sea muy probable que de no ser por los reclamos y acciones ciudadanas, las cosas en San Luis Potosí se mantengan como hasta ahora. No serán los reclamos ni el tiempo, sino los votos.
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