Por Antonio González Vázquez
De los delitos del fuero común, el de violación sexual es el más atroz, oprobioso e indignante. En San Luis Potosí casi a diario hay asesinatos, lo cual ya es común, pero también casi a diario se denuncia una violación sexual.
Frente a tan dolorosa realidad, poco se hace en las instituciones públicas, en todos sus niveles, por poner freno tanta afrenta. Ni la federación, ni la entidad ni el municipio han mostrado nada que haga pensar que se protege a las mujeres.
Protegerlas no solo de los criminales de la alta delincuencia organizada sino también de los violadores que pueden estar en cualquier lado al acecho.
El Observatorio Nacional Ciudadano elaboró un estudio estadístico sobre la situación del crimen y las víctimas que ha dejado entre febrero de 2016 y marzo de 2017. San Luis Potosí tiene serios problemas y no es una simple percepción, son los número y los porcentajes que van para arriba.
Pero donde hay que poner el acento es en el caso de la violación sexual.
De febrero de 2016 a marzo de 2017 se iniciaron 358 carpetas de investigación por violación sexual; la tasa por cada cien mil habitantes fue de 12.87. Muy elevado, muy grave.
En promedio mensual en ese período de tiempo, se iniciaron 29.83 carpetas por mes; en marzo se iniciaron 48 carpetas, lo que representa un incremento del 60.89 por ciento.
Solo para darse una idea de la magnitud del problema: San Luis Potosí se colocó por encima de la media nacional en cuanto a inicio de carpetas de investigación por violación sexual durante el mes de marzo, comparado con los resultados del último año.
San Luis Potosí se ubica en la posición ocho entre las 32 entidades federativas con más carpetas de investigación iniciadas por la autoridad ministerial.
Que no se equivoque el Procurador Federico Garza: no es un asunto de percepción ni tampoco si parece delito o no.
Es más, si la ciudadanía tuviese confianza en la Procuraduría, el número de carpetas de investigación iniciadas sería mayor y escandaloso, pero en este delito especialmente, la víctima teme denunciar.
Las oficinas llenas de burócratas para atender este gravísimo problema, está probado, no sirven para nada; los números son elocuentes.