Trabajadores de plataforma, principales víctimas de la inseguridad

Marcela Del Muro

Dariana Posadas avisó en un grupo de WhatsApp de choferes de plataforma que entraría a una zona peligrosa para recoger un viaje. “Nos alcanzó a decir que si no contestaba en 15 minutos fuéramos por ella”, relata la hermana de la joven conductora de la aplicación InDrive, asaltada y asesinada el pasado domingo 22 de septiembre, en la delegación de La Pila, en San Luis Potosí.

A Dariana, una veinteañera promesa del skate potosino, le dispararon en dos ocasiones y le robaron su carro.

La indignación social por el asesinato y por la inseguridad que impera en la ciudad agrupó a cientos de personas. Conductores y repartidores de aplicación, allegados de la joven y ciudadanía solidaria se manifestaron en distintos puntos de la ciudad durante tres días consecutivos. Los manifestantes piden justicia para Dariana y también más seguridad para la ciudadanía.

“Estamos hartos de tanta injusticia, de tanto crimen e inseguridad que existe en San Luis Potosí. Estamos hartos de todo el que esté encubriendo todo este tipo de crímenes y no esté haciendo su trabajo (…) Estamos hartos de que nos quieran traer a estrellitas a la Fenapo y la seguridad está por los suelos. Basta de gastar dinero en lo que no deben”, gritó un hombre con un megáfono al frente de la Fiscalía General del Estado (FGE), durante la marcha del lunes 23 de septiembre.    

Los repartidores y conductores de plataforma, como Uber, InDrive y Didi, son de los sectores más afectados por la inseguridad en la ciudad, indica Salvador Contreras, de la Asociación Mexicana de Plataformas Tecnológicas. El abogado explica que en los últimos tres años los asaltos a mano armada han aumentado; en el último año han detectado algunos patrones y puntos rojos de delincuencia en San Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez y Pozos.

Además, señala Contreras, los trabajadores de la aplicación InDrive son unos de los más vulnerables. “A la plataforma le faltan algunos métodos para protección, por ejemplo, cualquier persona se puede registrar y cambiar constantemente de número”. Otra de las desventajas es que los conductores no pueden cancelar los viajes porque la plataforma bloquea su cuenta.

El 10 de agosto de 2023, Gustavo RamÍrez Galván, también conductor de InDrive, fue desaparecido. Lo último que se supo fue que recogió a una joven familia en la colonia Trojes del Sur y los llevó a La Pila, ahí se perdió el rastro del chofer. Las investigaciones dicen que la delincuencia lo obligó a participar en un secuestro y, posteriormente, se lo llevaron a Laguna de San Vicente, en el municipio de Villa de Reyes, donde fue asesinado.

La familia de Gustavo se enteró de su muerte por los medios de comunicación, pues la FGE dio declaraciones antes de avisarles del hallazgo. En este año, no ha existido gran comunicación entre ambas partes, las autoridades tampoco han apoyado a los hijos de Gustavo que perdieron su sustento, a pesar de que su madre ha solicitado apoyos gubernamentales. 

“Hace un año y un mes de todo esto, hay nueve personas detenidas, implicadas en la desaparición y asesinato de mi esposo, pero hasta el momento no han podido judicializar la carpeta. No sé qué están esperando”, reclama Ángeles Hernández Ramírez, esposa de Gustavo. 

Las medidas de protección, los focos rojos de delincuencia y los patrones

“Ves los espectaculares y las noticias de que se han invertido millones en seguridad, pero no se nota. Nosotros (el grupo de repartidores y conductores) somos los que apoyamos cuando algo pasa, nos estamos checando y tratamos de ayudarnos entre nosotros”, explica Pedro, repartidor de Uber Eats.

Estar en comunicación constante mediante grupos de WhatsApp ha sido la estrategia de protección de los trabajadores de plataforma. De esa manera previenen a sus compañeros sobre los puntos peligrosos, monitorean a los que entran a esas zonas o auxilian a las y los desafortunados que viven algún incidente delictivo.

“Todos traemos estampas y con eso nos identificamos. En mi caso, cuando llego a un restaurante y veo que no traen estampa, trato de acercarme y preguntarle si están en algún grupo. Así es como los jalo con nosotros, a la organización. No sólo es un grupo, son varios, pero, la verdad, tenemos una unión muy grande porque es lo único que nos ayuda”, comentó un repartidor de Uber Eats, que prefiere no decir su nombre, durante la manifestación del martes 24.

De esta forma se conoció de zonas de cuidado en La Pila y en Villa Alborada, donde se encontró el carro de Dariana, y se aconsejó a los trabajadores no entrar. “Hay puntos en la Salk, en la Progreso, en la Simón Díaz, en La Foresta, hay una zona peligrosa en Arbolitos, en avenida San Pedro y en la Rivas (Guillen)”, explicó el repartidor.

“De un año para acá, hay mínimo uno o dos robos de carros a la semana por la Rivas y Prados. Algunos compañeros tenemos detectadas a personas, se menciona mucho a una banda. Lo saben aquí (en la Fiscalía), les hemos traído las denuncias, pero no hacen nada, es injusto”, piensa Juana, conductora de Uber.

Para los repartidores de comida, una de las alertas es cuando les llega algún pedido con pago en efectivo en alguna de las zonas identificadas como peligrosas.

“Si te vas acercando y ves que hay un montón de gente, mejor te regresas sin entregar. No sabes si te harán algo, pero mejor no arriesgar. Uno ya le sabe, si la entrega es en Villa ‘Albo-rata’ (Alborada) mejor ni te metes”, dice Edgar Francisco, repartidor de Uber y de Didi.

Entre los conductores, los focos rojos son parecidos: el pago en efectivo y el recoger viajes cuando hay muchas personas agrupadas son alertas cuando llegan a un lugar peligroso, también que el viaje inicie en un espacio público, como algún parque.

Contreras, el abogado de la asociación de plataformas, dijo que en el último año se ha detectado que las mujeres conductoras tienen mayor riesgo de ser asaltadas, se ha registrado un aumento de los casos. “Para mí, está dentro de la violencia de género, pero ya más sistematizada”, señaló.

A Juana la asaltaron el año pasado y le quitaron el carro, que sigue sin aparecer. Eran las siete de la noche, una mujer pidió el viaje en la Rivas Guillen, la colonia más grande de Soledad de Graciano Sánchez, pero se subieron tres hombres. La mujer comenzó a manejar rumbo a La Virgen, pero le sacaron una pistola y le pidieron que siguiera por el Anillo Periférico.

“Me llevaron a los campos allá por Milpas y me bajaron del carro. El que iba adelante conmigo me sacó la pistola y cortó cartucho, me dijo ‘ya valiste madre’, el que iba atrás de mí me abrió la puerta. Me quedé en shock. Afortunadamente a mí no me tocaron”, recuerda la conductora.

Juana no tenía mucho de trabajar como chofer de plataforma cuando la asaltaron y, en aquel entonces, no formaba parte de ningún grupo que la ayudara. La mujer puso la denuncia por robo y aportó datos importantes, pero no le hicieron caso. 

“Te toman la denuncia, pero no hacen nada, está ahí parada. Así le ha pasado a varios compañeros, presentan la denuncia y ya está, como si no tuviera caso investigar”, dice la conductora de Uber.

Hacemos un trabajo honesto

Para Juana, el asalto le cambió la vida. “El carro lo acabé de pagar después de cinco años y tres trabajos, y me tuve que volver a endeudar”, dice la mujer que es cabeza de familia y trabaja todo el día, desde las 5 de la mañana.

A Edgar Francisco, el repartidor de Didi y Uber, le robaron su moto también el año pasado en avenida San Pedro, en Soledad. El joven tardó en recuperarse económicamente, dice que empezó rentando, pero después de seis meses logró hacerse de una motocicleta nueva.

“Es cuidarnos de la inseguridad, pero también tienes que andar cuidándote de la policía”, dice el repartidor y explica que tanto las corporaciones municipales como la estatal los detienen constantemente para extorsionarlos. “Te buscan lo mínimo y te amenazan con quitarte la moto. Y pues terminas dando ‘mordida’ para que te deje en paz”.

“Es muy injusto, muy duro. Nosotros sólo estamos haciendo un trabajo honesto, pero estamos perseguidos por los rateros y también estamos perseguidos por Comunicaciones y Transportes y por los taxistas”, comenta Juana.

A Pedro, el repartidor de Uber, lo aventó un taxi hace unos meses. Con el número de la unidad fue a poner una denuncia a la FGE, pero al igual que Juana, las autoridades no hicieron nada. Edgar Francisco dijo que él no puso denuncia porque, por experiencia de otros compañeros asaltados, las autoridades no hacen nada por ellos y ni siquiera logran recuperar sus motos o carros robados.

Sin embargo, Juana y Pedro piensan que no pueden seguir quedándose callados, por eso asistieron a las manifestaciones por el asesinato de Dariana, para exigir una ciudad libre de violencia criminal, comunitaria y vial, donde puedan realizar su trabajo libremente.

“Lo que le sucedió a la compañera fue muy trágico, no podemos permitir que siga así. No puede volver a pasar esto, porque puede ser alguien cercano a nosotros, puedo ser yo o tú”, señala Pedro. Juana llama a la empatía y solidaridad de la población. “Nosotros estamos trabajando honradamente, honestamente, no estamos robando. Nuestro trabajo es un servicio para todos. Ayúdenos a exigir justicia y a pedir que podamos seguir haciendo nuestro trabajo”. 

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