Por: María Elva Téllez Rivera.
Conseguir un empleo formal es una de las grandes preocupaciones de personas de todas las edades; los jóvenes aceptan trabajos informales con la intención de formalizarse “algún día”, la mayoría llega a la edad adulta en la informalidad, ya entrados en años se quedan en sus puestos, porque la necesidad es grande, y las responsabilidades aumentan…
De acuerdo a una nota publicada en El Financiero, San Luis Potosí ocupa el lugar 17 a nivel nacional en la generación de empleos formales, con un crecimiento del 4.2 por ciento anual; durante abril 1,654 empleos salieron de la informalidad.
Dejando una brecha enorme, para todos aquellos que no cuentan con seguro social y que en caso de sufrir un accidente, quedarían prácticamente desprotegidos. El miedo es una constante para estos trabajadores, sobre todo para aquellos que su trabajo les implica salir a carretera, manipular maquinas o subir a grandes alturas, ¿Qué pasará con sus familias si ellos faltan?
H. y su esposa que carga a su bebé esperan la consulta, es la primera vez que lo verá un especialista, el taxi que los trasladó hasta el lugar les cobró 30 pesos, prevén que serán otros 30 de regreso, los que restados a los 200 de su presupuesto, solo les deja $140 para comer y lo que resulte.
La pareja no pasa los 29 años, pese a su juventud se notan cansados, desde el accidente han tenido que tomar algunos cambios en la economía familiar y en su organización diaria, a su hijo mayor lo tuvieron que mandar a casa de los padres de H, ya que “el niño quería jugar, así son los niños, siempre tienen energía y yo con mi pierna…”
El 20 de mayo se cumplen dos meses del accidente en el que su pierna derecha quedó prensada en la camioneta, regresaban de vender zapatos a Villa de Arista, su jefe manejaba.
Relata que todo inició con una falla mecánica, él iba en la parte de atrás, el conductor perdió el control y se estamparon contra otro vehículo, quedó atrapado
Cuando reaccionó recuerda que los auxiliaban policías federales y la Cruz Roja “trajeron fierros para sacarme, me pusieron suero y también unos soldados ayudaron”.
Lo primero que hizo fue tratar de mover los dedos del pie, mencionó que dio gracias a Dios porque no había pasado a mayores, por sus hijos.
Fue trasladado a una clínica en Soledad de Graciano Sánchez, en donde solo estuvo dos horas, ya que su patrón le pidió su autorización para trasladarlo al Hospital Central, con la intención de que la cuenta no le saliera tan cara; aceptó con la condición de que se comprometiera a cubrir los gastos y pagarle su sueldo hasta que estuviera totalmente recuperado.
Lo operaron por fractura, le pusieron placa y tornillos; no podrá trabajar por cerca de un año.
Que le siguieran pagando la “raya” fue la condición para no demandar, trato que se hizo apenas pasadas dos horas del accidente, H. admite que estaba muy débil y no en sus cinco sentidos; con 1200 a la semana se cubren los pagos de renta, luz, agua, alimento y alguna enfermedad que se presente.
“Cuando salga no volveré a trabajar ahí, no tengo seguro, me voy a dedicar al comercio, no pienso regresar”.
Fueron 6 años los que trabajó para su ex patrón, lo único que avalaba la condición laboral era la palabra, .H admite que confía en él, sin embargo teme a que con el paso de los meses el sueldo deje de llegarle, y con eso perder la “estabilidad” que hasta ahora tiene su familia.
“Si yo hubiera demandado, le hubiera tocado pagar más”.
Su situación es parecida a la de miles de personas en México y en San Luis Potosí, jornadas laborales sin seguridad, confiando en que no ocurrirá nada que ponga en riesgo su integridad física, y si “toca la de malas” esperar que el patrón o la empresa se hagan responsables.
El gobierno federal da opciones como el “Seguro Popular” que cubre ciertos padecimientos y emergencias; sin embargo queda lejos de las verdaderas prestaciones laborales, como cotizar para una casa, vacaciones, etc.
Para los trabajadores informales la única opción es confiar, en la suerte para mantener la salud y en los empleadores para que el sueldo no falte.