Vermont, Estados Unidos (27 de octubre de 2016).- Una hora antes del anochecer, Miguel Ramos esperaba en su camioneta gris a que tres guatemaltecos cruzaran caminando la frontera canadiense y entraran ilegalmente a Estados Unidos.
Bordearon una puerta hacia un área boscosa, tratando de evadir las cámaras de seguridad; después se montaron rápidamente en la parte posterior de la camioneta y Ramos trató de arrancar. Sin embargo, alguien había advertido a los agentes federales de un vehículo sospechoso, así que estos se abalanzaron para detenerlo a él y a sus pasajeros. Ramos, de 32 años, del Bronx, fue el único que pudo identificarse.
Aunque la frontera sur con México, de más de 3 mil 218 kilómetros, acapara mucha más atención, los más de 8 mil 851 kilómetros de la frontera norte con Canadá ofrecen más posibilidades de cruces ilegales. En muchos lugares, como este pueblo fronterizo de Vermont, hay pocos indicadores de dónde termina una nación y comienza la otra. Algunos hogares, granjas y negocios incluso se ubican en ambos países; en otras áreas, un pequeño obelisco blanco es la única marca de una frontera.
El año pasado, los agentes arrestaron a 3 mil personas a lo largo de la frontera norte, en comparación con 100 veces esa cantidad a lo largo de la frontera suroeste de México. También decomisaron 317 kilos de mariguana y cocaína en el norte, en contraste con 725 mil 747 kilos a lo largo de la fuertemente resguardada frontera sur.
Pero las autoridades reconocen que no pueden afirmar con total certeza cuántas actividades delictivas están conectadas a los cruces en la frontera norte por sus muy limitados medios de detención. “El problema es que no sabemos cuáles son las amenazas y los riesgos dado que se centra tanta atención en la frontera suroeste”, comentó la senadora demócrata Heidi Heitkamp.
Paraíso para contrabandistas.
La frontera norte de Estados Unidos tiene el triple de la extensión de la frontera sur, pero la Patrulla Fronteriza en el norte se las arregla con cerca del 10% del personal.
Esta área es un paraíso para los traficantes y el crimen organizado transfronterizo. Cada año, los agentes de la Patrulla Fronteriza atrapan a cientos de traficantes de droga y personas que usan las zonas escasamente pobladas y muy boscosas a lo largo de la frontera de Vermont con Canadá para evitar a los agentes, las cámaras, los sensores de movimiento y otros dispositivos electrónicos que el Departamento de Seguridad Nacional ha instalado para compensar la falta de personal.
La expansión y lejanía de buena parte de la frontera norte, que incluye a Alaska, hace que la tarea judicial sea abrumadora, explicó Norman M. Lague, agente federal, quien dirige la estación de la Patrulla Fronteriza en Champlain, Nueva York, una de las ocho estaciones en la región de Swanton que monitorea las operaciones de seguridad fronteriza en Vermont, al norte del estado de Nueva York y New Hampshire. “Hacemos lo mejor que podemos con los recursos que tenemos”.
Más vigilancia.
La frontera con Canadá, la más grande entre dos países en el mundo, rara vez ha propiciado una mención en esta campaña presidencial, dominada por la intención de Donald Trump de construir un muro entre Estados Unidos y México. Sin embargo, los oficiales y los funcionarios afirman que eso hace que la región sea más vulnerable a las organizaciones criminales y posibles terroristas.
Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, el Departamento de Seguridad Nacional ha aumentado el número de agentes de la Patrulla Fronteriza ubicados a lo largo de la frontera norte, de cerca de 340 a más de 2 mil, además de agregar sensores de movimiento, drones y otros dispositivos de detección. Casi 18 mil agentes patrullan la frontera suroeste con México.
Ramos conducía desde Derby Line, Vermont, el mes pasado cuando los agentes detuvieron su camioneta, que tenía placas de circulación de Carolina del Norte.
En la camioneta había un cuarto pasajero, otro guatemalteco, Gerardo Xar-Marroquin, quien había contratado a Ramos para introducir clandestinamente al grupo a Estados Unidos, según informó la Policía.
“No estamos diciendo que en la frontera norte ocurra lo mismo que lo que en la frontera suroeste, pero no podemos olvidarnos de esta área”, recalcó el senador Jon Tester, demócrata de Montana. “Si no estamos atentos, irán donde se encuentra el eslabón más débil”.
Otro problema es que los funcionarios locales admitieron que en realidad no saben cuánta gente ni cuántas drogas atraviesan la frontera. Los funcionarios reconocen que muchas más personas de las que arrestan podrían estar cruzando ilegalmente.
Fuente: Zócalo.