Disney ha sido una compañía que ha marcado a generaciones y generaciones a través de sus filmes, llenos siempre de magia y encanto. Sin embargo, mucho se ha dicho y especulado sobre mensajes ocultos dentro de sus personajes, historias, escenas y hasta canciones.
En este breve artículo, te presentaremos algunos trastornos psicológicos que formaron parte de las más conocidas historias que siempre culminaron con un final feliz:
El síndrome de la Bella Durmiente.
Conocido científicamente como Síndrome Klene-Levin, se trata de un trastorno neurológico poco habitual, que se caracteriza por periodos de excesivo sueño (que pueden llegar a durar semanas, e incluso meses), durante los cuales se pueden sufrir alteraciones del comportamiento y amnesia. Aunque no se contrae por pincharse con una aguja…
El síndrome de Alicia en el país de las maravillas.
Se trata de un trastorno psiconeurológico que afecta a la alteración visual del que lo padece, y que puede tener dos vertientes: la Micropsia, cuando el enfermo percibe los objetos mucho más pequeños de lo que son; y la Macropsia, cuando por el contrario, los percibe de mayor tamaño. El síndrome de Alicia en el país de las maravillas puede manifestarse en niños y adultos y desemboca en alteraciones perceptivas, no sólo del tamaño de los objetos, sino también de la propia imagen corporal y su situación espacial.
El complejo de Bambi.
En las películas de Disney (y gran parte de las películas de animación de otras compañías), los animales son presentados con rasgos humanizados y como seres totalmente entrañables y mansos (lo que se incrementa con su adorable diseño físico), por lo que personas que padecen este síndrome, pueden llegar a intentar establecer lazos con ellos, obviando su peligrosidad.
Aunque no está aceptado científicamente, habitualmente se aplica a las personas demasiado sentimentalistas y compasivas hacia los animales y la naturaleza. Se trata de llevar un paso más allá la defensa de la protección animal y el cuidado del medio ambiente, oponiéndose radicalmente a cualquier acto que implique una forma de dominio del planeta por parte del hombre. No obstante, tal vez no sería tan malo que todos tuviésemos alguna manifestación moderada de este síndrome.
El complejo de Cenicienta.
Este término fue acuñado en 1981 por Collete Downing en su obra “El complejo de Cenicienta. El miedo oculto de la Mujer de la Independencia”. Aunque no está aceptado aún como un trastorno psicológico por parte de la OMS, éste describe a mujeres que se sienten totalmente dependientes de los hombres, tanto emocional como económicamente. Además, el complejo se caracteriza por la idealización de una imagen mental masculina, un “príncipe azul”, que les genera una gran frustración al ser totalmente intolerantes ante cualquier defecto de su pareja.
El efecto Pinocho.
Aunque este tampoco es un trastorno propiamente dicho, fue demostrado recientemente en una investigación pionera realizada en el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada. El estudio aporta algo de verdad al cuento, ya que confirma que la nariz delata a las personas cuando mienten, no porque aumente de tamaño, sino porque sube su temperatura, y en consecuencia, se inflama levemente, apareciendo también ligeramente enrojecida.