Adriana Ochoa
Al cerrar la semana previa a la votación en el Senado de la iniciativa presidencial contra el nepotismo y la reelección, el gobernador potosino Ricardo Gallardo Cardona ya disfrutaba lo que iba a pasar: “La que les espera el martes”, soltó a interlocutores abordados para redibujar el proyecto 2027, con su esposa, la senadora Ruth González Silva, como candidata para sucederlo en 2027.
Vieron al mandatario feliz y jactancioso: adelantaba que el Verde, su partido, estaba condicionando la aprobación de la reforma anti nepotismo a que se aplazara su aplicación al 2030. Y que otros morenistas “afectados” en sus aspiraciones también presionaban.
De alguna forma el aplazamiento que traía al gobernador como unas pascuas se coló entre morenistas locales el lunes 24 de febrero. Sin margen para actuar, se limitaron a esperar desazonados al martes, aunque el aplazamiento de la reforma anti nepotismo no figurara todavía en el orden del día de la sesión senatorial para el día siguiente. “Mañana pueden cambiarlo como lo han estado haciendo últimamente”, apuntó un legislador federal consultado. Por la noche, el mismo diputado confirmó lo que se esperaba.
La sesión senatorial del 25 de febrero fue un bofetón de realidad: senadores del Verde y Morena se jactaron de apoyar las reformas de “su” presidenta, pero mandaron al diablo el transitorio de aplicación al 2027 que Claudia Sheinbaum dispuso.
El ex secretario de Gobernación obradorista Adán Augusto López, fue el senador morenista encargado de operar el aplazamiento. Abrazó, sobó, y cuerpeó al jefe de la bancada verde, Manuel Velasco, con evidente mimo.
El ex aspirante presidencial Adán Augusto ya tiene sobre sí cierta percepción de “emisario del pasado”, como llamaba el presidente Echeverría a los políticos a quienes acusaba de portar intereses de otros tiempos contra su gobierno.
La reforma no pudo pasar en el Senado como la envió Claudia Sheinbaum porque tocaba los proyectos “familiares” de tres senadores: Félix Salgado Macedonio, padre de la gobernadora de Guerrero; Saúl Monreal, hermano del gobernador de Zacatecas, y Ruth González, esposa del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo.
Presidentes ha habido cuyas iniciativas no pasan en el Legislativo, pero en ninguno de los casos porque su propio partido lo impidiera. Sheinbaum es la primera mandataria a la que su partido le “corrige” una iniciativa con fines más relacionados con la vulgar ambición política que con razones de bien común.
Si el gobernador potosino, el senador Velasco y la señora Ruth González creen que doblar la iniciativa de un mandatario era cosa de celebrar y jactarse sin costos, bien pronto los nubló la duda. Es más, les entró una urgencia de convencer que nada tuvieron que ver con este revés.
Incómodo en su propia piel, molesto con las preguntas sobre el tema, Gallardo declara aquí y allá que él apoya a la presidenta en su lucha contra el nepotismo. La mueca es la misma en varias entrevistas: sabe que no convence, no tiene forma de convencer, quiere salir del foco de esa cámara y que el reportero se retire ya.
Su esposa no ha estado mejor. Ya no controla las poses de chica relajada que sube fotos desde su vestidor con el outfit que llevará puesto ese día, armario nutrido al fondo. Se le desvaneció el “wannabe Mariana Rodríguez”, ese modelo copiado a la primera dama “fosfo-fosfo” de Nuevo León. En su lugar, la desbordó frente a reporteros una cortante dama con modos de equidna enfurruñada. Dice que ella no aspira a gobernar San Luis Potosí. Aduce que sí, que está en contra del nepotismo, pero reta “si la gente quiere habrá que ver qué sucede”.
Cuando una reportera repreguntó si no era una “salida fácil” justificarse con el apoyo “del pueblo” para presentarse candidata en el 27, el enojo de la senadora ya no tiene dónde hallar resguardo. “¡Es que es el pueblo el que manda!”, espetó.
Para redondear, el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, no se ha andado con rodeos para explicar la trastienda del zarandeo a la iniciativa presidencial. “Es evidente que el Verde tenía interés por el gobierno de San Luis Potosí. De hecho fue aludida la esposa del gobernador y está perfilada”, contó frente a cámara. En otra entrevista, Fernández Noroña sostuvo que él incluso opinó que era “un error” aplazar la reforma.
Cuestionada sobre el cambio a la ley para combatir el nepotismo que entrará en vigor hasta 2030, Claudia Sheinbaum dijo: “El que lo haga en 2027 se va a ver muy mal”.
Si le molestó que tan bellas almas parlamentarias se cargaran su intención de poner un freno al nepotismo a partir del 2027, se puede especular que sí, pero no se vio nerviosita, ni cortante, ni ávida de convencer a nadie de lealtades cosméticas.
La dirigente nacional de Morena, Luisa Alcalde, subió en redes el posicionamiento de su partido: apoyan a Claudia Sheinbaum en su propuesta y presentarán al Congreso Nacional de Morena una reforma estatutaria para prohibir las candidaturas de familiares desde el 27. Sólo se espera que no hagan como el PRI: saltarse los estatutos propios con el registro de un candidato “aliado”.
El trabajo de erradicar el nepotismo urge más en las propias filas de Morena. Incongruente que legisladores morenistas desplieguen el numerito de carteles y frases patrioteras contra el injerencismo exterior, en apoyo a la titular del Ejecutivo en el desafío de capotear acotamientos del gobierno de Trump, pero sean los primeros en respaldar un acotamiento transexenal, machirulo y doméstico, con Adán Augusto López como personero insolente.
Es poco entendible que sea el Congreso de mayoría morenista el que ponga en duda la lealtad a la jefa del Ejecutivo con el recorte chantajista de una iniciativa presidencial.
Algo sabe Fernández Noroña cuando muy serenamente airea los intereses del Verde y del gobernador potosino detrás del aplazamiento a la norma anti nepotismo. A él que ni lo volteen a ver.
La secuencia de justificaciones sonsas, salidas de tono y juramentos vacíos trae a la memoria aquel refrán inspirado en un monje llamado Mostén que desdeñaba recomendaciones, hacía lo que le venía en gana y luego no hallaba cómo salir de sus evidentes embrollos. “Tú lo quisiste, fraile Mostén; tú te lo quieres, tú te lo ten”.