Por Victoriano Martínez
O la gallardía “infiltró” de algún modo a los gobiernos anteriores, o en realidad forma parte de la herencia maldita que padece el pueblo potosino, que no es la misma herencia dice administrar el nuevo gobierno. El hecho es que el responsable de los parques Tangamanga, Enrique Alfonso Obregón, sólo se ausentó del cargo 38 días, unas vacaciones de casi tres quincenas.
Durante el sexenio de Juan Manuel Carreras López, los Tangamanga tuvieron como director general formal a Antonio Esper Bujáidar, pero quien realmente operaba su funcionamiento fue el director administrativo.
Marco Sergio Arévalo Núñez fue el primer director administrativo que estuvo a cargo de la operación de los Tangamanga hasta el 14 abril de 2019, cuando llegó Alfonso Obregón. Hoy su nombramiento ya es como director general, por lo que de ocupar un cargo nivel 15, ahora regresa con nivel 17.
El nuevo director de los parques Tangamanga tiene historia con la gallardía. Fue el Contralor Interno del Ayuntamiento de San Luis Potosí con Ricardo Gallardo Juárez como alcalde. Desde ese cargo operó el encubrimiento de las compras de medicamentos a la proveedora fantasma Sandra Sánchez Ruiz por más de 34 millones de pesos entre diciembre de 2015 y febrero de 2016.
En 2016, durante el proceso de revisión de las cuentas públicas municipales, se ubicó a Alfonso Obregón como parte de la operación, a través de tres diputados, para eliminar 33.9 millones de pesos de las observaciones por 171 millones 689 pesos que requirieron solventar a Gallardo Juárez. Una diferencia prácticamente coincidente con las compras a Sandra Sánchez Ruiz.
Aunque su nombramiento como contralor municipal por ley se hizo a propuesta del PAN, Alfonso Obregón resultó muy gallardista. Para 2017, aún en el cargo municipal, se inscribió como candidato para ocupar la titularidad de la Auditoría Superior del Estado (ASE), tras la salida de José de Jesús Martínez Loredo y 17 funcionarios, tras revelarse la ecuación corrupta.
De operar el encubrimiento de las cuentas públicas de Gallardo Juárez como contralor, pudo haber pasado a encubrirlas desde la ASE. En aquella elección el Congreso del Estado nombró a Rocío Cervantes Salgado.
Como administrador de los parques Tangamanga, Alfonso Obregón fue el responsable, entre el 14 de abril de 2019 y el 25 de septiembre de 2021, de las malas condiciones de operación que comenzó a criticar Ricardo Gallardo Cardona desde el pasado 24 de marzo como candidato a gobernador.
Gallardo Cardona aseguró entonces que el Tangamanga I estaba en el olvido, “sucio, destartalado, sin vigilancia adecuada y con un horario burocrático” y eran operados con “una visión anticuada que no se adapta a las necesidades de miles de personas que necesitan usarlo no sólo en las mañanas, sino también en la noche, después del trabajo”.
Bastaron 38 días para que a quien lo mantenía así, con larga trayectoria al servicio de la gallardía, se le reconociera una mágica reconversión en la que, con un cargo mayor, logrará adaptar los parques a las necesidades de miles de personas y “convertirlo en un parque ejemplar, con horario hasta las 10:30 de la noche y con vigilancia policial, para que siga siendo nuestro pulmón de la capital, nuestro sitio de recreo y nuestro gimnasio al aire libre”.
Hasta ahí, el nombramiento tiene tanto tintes de contradicción como de indicios de entendimiento de larga data con el gobernador anterior.
Además, muestra una posible fricción entre los grupos con acceso al reparto de botín en que convirtieron los cargos públicos: sale una persona de la legión extranjera identificada con el grupo de Héctor Serrano y la sustituye un personaje con antecedentes ligados a Gallardo Juárez.
Si se toma en cuenta la denuncia hecha por el Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (SUTSGE) de titulares de dependencias que, para dirigirles oficios, pidieron “póngale a quien corresponda porque no tengo nombramiento y no sé si me voy a quedar”, el caso de Vania Moreno Solano, bien podría ser uno de esos.
¿Cuántos funcionarios más siguen en esa situación? ¿Acaso el cambio en los parques Tangamanga responde a falta de acuerdos entre los grupos involucrados en apropiarse de distintos sectores de la administración pública estatal y es el inicio de un periodo de reacomodos de un estira y afloja que aún no termina?