Un tesoro en el corazón del Altiplano: Hacienda de Guanamé

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Por: Diana López.

Era el 11 de febrero de 1811 cuando el ejército Insurgente llegó a la Hacienda de Guanamé, un lugar de mucha prosperidad.

En ese momento, el cura Hidalgo, acostumbrado a mandar, dirigir y protagonizar las marchas de su gente, estaba desmoralizado, pues acababa de sufrir la derrota en el Puente de Calderón.

El agua y la comida, para animales y humanos comenzaba a escasear; el camino era largo, y entre más se andaba, más árido se volvía…

Así, los desanimados Insurgentes pasaron la noche de ese 11 de febrero en la Hacienda de Guanamé. Una noche fría, como las que azotan a las altas zonas del estado, con el agua escasa y una moral baja, que hacían aún más pesado su tránsito por la inhóspita región potosina.

Localizada en el municipio de Venado, la Hacienda de Guanamé es un vestigio y testimonio más, de vida y tradiciones. Sus cascos exhiben una impresionante proyección arquitectónica y es una huella fiel de tiempos lejanos llenos de prosperidad y esplendor.

En su finca, se atesoran cientos de leyendas dignas de conocer, en un lugar que se proyecta como el recuerdo de un paraíso y de una poderosa hacienda ganadera…

 

 

Primera parada: Venado.

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Venado es un municipio, pequeño, pero interesante y pintoresco. Su clima predominante es el templado, y entre sus principales atractivos se encuentra una edificación que contiene vestigios importantes de los antepasados que habitaron este lugar.

Los parajes que hay alrededor del pueblo son simplemente rotundos, ásperos y fascinantes; el balneario Ojo de Agua es sin duda, una parada obligada durante el paso a este municipio.

Historias enlazadas.

En las cercanías del municipio aparece la ruta que tomó el cura Hidalgo en su escape con el ejército Insurgente, antes de ser encerrado en Acatita de Baján. Un momento de la historia en que la construcción de tan poderosa finca se vuelve testigo de un hombre que pasó una noche en ese pueblo, con ánimos de derrota.

Conociendo los cascos de Guanamé.

La construcción fue edificada por Juan de Escanamé en 1600, con el apoyo de los indígenas que habitaban en esta parte. El nombre viene del dialecto guachichil, que quiere decir “Manantial de agua buena”.

Durante su etapa más próspera, que ocurrió a lo largo del siglo XIX, se decía que llegó a abarcar más de 400 mil hectáreas, varias de las cuales se usaban para la cosecha de distintos productos, entre ellos el nopal, frijol y maíz. Pero la actividad que destacó en esta hacienda potosina fue la ganadería.

En el lugar se criaban excelentes toros de lidia, por lo que el nombre de la hacienda pasó a ser una garantía de calidad para la fiesta taurina no sólo en el estado, sino en todo el país.

La prosperidad de la hacienda parecía no tener comparación. Según cuentan los lugareños, las historias de sus antepasados decían que esta finca llegó a tener más de 35 mil ovejas y se requería de un mes de trabajo para trasquilarlas a todas. Pero ese tiempo de oro definitivamente terminó…

Actualmente, y a pesar de su descuido, en Guanamé aún perduran algunos moradores y encargados de resguardar los vestigios de esta hacienda tan esplendorosa en sus tiempos.

La casa grande también guarda y conserva alguna huella de lo que fue en algún momento un hogar de lujos donde habitaban los poderosos hacendados de la comunidad de Venado.

Tesoro escondido.

Sin duda, una de las leyendas que atrapan a lugareños y visitantes, es la que narra la existencia de un gran tesoro enterrado. Muchos habitantes han intentado encontrarlo, excavado en las paredes de la iglesia o bajo el altar de este mismo templo (que por cierto, nunca se terminó).

Especialistas en hallar tesoros, también han viajado desde los Estados Unidos y Europa, cargando a cuestas equipo sofisticado y regresado con la misma maquinaria a cuestas, derrotados de no poder comprobar la veracidad de esta leyenda.

Existen más de 200 haciendas registradas en el estado. ¿Cuántas conoces?

Sus fincas te esperan de pie, en mejores o peores condiciones, pero listas para que el visitante conozca más la historia de un vestigio histórico y lleno de antiguo esplendor.

Como dato complementario y cultural, en ciertos días del mes de agosto, Guanamé se llena de vida, en el marco de sus fiestas patronales; es entonces cuando mucha gente vuelve a la tierra que los vio nacer.

El resto del año, el lugar se convierte en un auténtico pueblo fantasma, lleno de leyendas y tradiciones que se niegan y se seguirán negando a desaparecer, mientras exista gente dispuesta a escucharlas y transmitirlas a los demás.

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