Una CEDH en crisis

Por Victoriano Martínez

Lamentable que se tenga que decir que sólo era cuestión de tiempo, pero la renuncia de las consejeras de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), Catalina Torres Cuevas y Edith Pérez Rodríguez, son la consecuencia lógica de una ruta de decadencia en el organismo, marcado por varios desencuentros no sólo con ellas, sino con el Consejo Ciudadano.

Lejos de dar su lugar al Consejo Ciudadano, que desde 2009 dejó de ser consultivo para tener el carácter de órgano de gobierno, Giovanna Argüelles Moreno, presidenta del organismo, en más de una ocasión adoptó acciones sin el aval requerido de ese órgano colegiado.

Destaca el caso de la aprobación del proyecto de presupuesto para este año con el voto a favor de tres consejeros y la presidenta, seis consejeros se abstuvieron y un consejero no pudo votar por perder la conexión a la reunión virtual.

Algo similar ocurrió con del Informe de Actividades 2022, que fue presentado al Congreso del Estado con la aprobación de sólo cinco de los 11 integrantes del Conejo, a pesar de existir el acuerdo previo de que se tendría que aprobar por mayoría calificada. No se tomaron en cuenta los señalamientos sobre errores en la edición y ausencia de información.

La comparecencia de Argüelles Moreno ante el Congreso del Estado dejó ver la magnitud de los desencuentros entre la presidencia y el Consejo Ciudadano de la CEDH: mientras ella protagonizó una comparecencia de apenas 11 minutos, los consejeros colectaban firmas para un pronunciamiento a favor de mayor protección en seguridad.

Las inconformidades por las deficiencias en el contenido del Informe provocaron que la sesión ordinaria del Consejo del 31 de marzo se centrara en las inconformidades en torno al Informe, que derivaron en señalamientos sobre lo poco que se toma en cuenta a ese órgano.

Somos un órgano de gobierno que debemos estar informado de todo, y a mí me parece que la lógica de decir que si la ley dice que se nos informe previamente o si no lo dice, no lo podemos, tenemos que ser más extensivos. Es decir, el Consejo tiene que estar siempre presente”, expresó en esa reunión la consejera Xóchitl Guadalupe Rangel Romero.

Por su condición de activistas, Torres Cuevas –como representante de la asociación civil Gilberto Rincón Gallardo, por los derechos de las personas con discapacidad– y Pérez Rodríguez –como presidenta de la organización Voz y Dignidad por los Nuestros, en acciones de búsqueda de personas desaparecidas– han sido las más visibles en la exhibición de los desencuentros.

Su compromiso con la defensa de los derechos humanos, especialmente los relacionados con un grupo vulnerable en un caso y un grupo de víctimas en el otro, garantiza de su parte acciones alineadas con los fines de la CEDH… y al mismo tiempo explican la razón por la que la inacción y las deficiencias encabezadas por Argüelles Moreno las llevaron a la confrontación.

“La presidenta no hace caso de lo que le indica su Consejo de gobierno, a pesar de tener diez especialistas en diversas áreas de los derechos humanos, ella simplemente los ignora. No quiero seguir siendo parte de esa simulación”, expusieron ambas en su texto de renuncia que, a pesar de haber presentado por separado, su contenido es el mismo.

Si internamente Argüelles Moreno enfrenta inconformidades de integrantes del Consejo Ciudadano, la reacción de las víctimas al papel que ha desempeñado al frente del organismo no son muy diferentes.

Desde abril de 2019 se dieron las primeras protestas contra su actuación al frente del organismo, con bloqueos a sus oficinas, reclamos por su inacción, e inconformidades manifestadas en reuniones directas con ella.

Las renuncias de Catalina Torres Cuevas y Edith Pérez Rodríguez a la CEDH, por las razones fundadas en tantos antecedentes que el resto de los integrantes del Consejo conocieron de primera mano y quienes vayan a sustituirlas tendrían que haber estado al tanto en su carácter de suplentes, representan un reto para su permanencia en ese organismo colegiado.

Ellas advirtieron en su texto de renuncia que el Consejo está diseñado para no hacer nada y sólo servir de comparsa. ¿Hasta dónde quienes se quedan y quienes lleguen a suplirlas serán capaces de lograr revertir la inercia de decadencia de la CEDH y demostrar que no darán continuidad a la simulación denunciada por sus ahora excompañeras?

 

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