María Ruiz
El dolor ha consumido la vida de Silvia Castro López durante una década, la búsqueda de justicia por su recién nacida hija ha sido un viaje marcado por la negligencia médica y la impunidad.
En el año 2014, en la Clínica de Maternidad Jesús Noyola, la pequeña niña de Silvia nació en medio de lo que parecía ser un parto sin complicaciones.
Sin embargo, lo que siguió fue una cadena de negligencias por parte de la doctora Almeida Carolina Barajas Serrano y la ginecóloga Raquel Elena Marino Bermudez, lo que terminó en una tragedia inimaginable.
Silvia relata con angustia cómo, tras el nacimiento de su hija, se le informó que la bebé había nacido sin complicaciones, para después decirle que necesitaría oxígeno debido a un problema traquipneotransitorio, pero que todo estaría bien.
En un giro devastador, al día siguiente, su pequeña luchaba por su vida con síntomas alarmantes que indicaban un grave problema de salud.
A pesar de los esfuerzos desesperados de Silvia y su esposo, la bebé fue trasladada al Hospital del Niño y la Mujer, ya que la clínica no contaba con el equipo médico adecuado para atenderla.
Fue en ese hospital donde la bebé falleció a causa de un neumotórax, provocado por un tanque de oxígeno mal administrado en la Clínica Maternidad Jesús Noyola, que reveló después que su deceso fue causado al reventarle el pulmón con ese tanque.
La muerte de su hija llevó a Silvia a emprender un doloroso y arduo proceso de denuncia ante las autoridades, específicamente ante la Fiscalía General del Estado (FGE) en 2017, ya que los hechos ocurrieron, de origen, en una clínica particular.
A pesar de sus incansables esfuerzos, la justicia ha sido esquiva con las médicas responsables de la tragedia, quienes actualmente continúan con sus labores sin enfrentar las consecuencias de sus acciones.
La falta de responsabilidad y la impunidad parecen ser la norma en este caso, pues la ginecóloga y la pediatra, a pesar de las acusaciones de negligencia médica, evitaron penas privativas de libertad y solo una de ellas, Barajas Medrano, enfrentó una inhabilitación temporal al ejercicio médico a lo largo de dos años.
Mientras la ginecóloga no fue dispuesta ante las autoridades por imprecisiones e irregularidades realizadas por la Ministerio Público que lleva el caso.
“Era la vida de mi hija. Yo quiero justicia y una sentencia justa y conforme a derecho y también que se observe el actuar de las autoridades. El juez del Juzgado Quinto de este caso siempre fue Benjamín García de Lira, y siempre fue muy parcial a favor de las doctoras”.
Una circunstancia que también le ha ocasionado a esta madre víctima ser objeto de amenazas y la falta de apoyo por parte de las autoridades, en especifico de los jueces que llevan su caso y la ministerio público Sofía Hernández Vázquez, de la que dijo, se ha hecho cargo de su carpeta de investigación.
“Ya son 10 años desde que mataron a mi bebé y hasta ahorita no se resuelve nada, una de las médicas, la pediatra solo fue inhabilitada dos años, ¿y luego? Lamentablemente la justicia no existe, aunque el delito es grave no podría haber condena punitiva que las haga pisar la cárcel, pero yo quiero que se reponga el proceso, ni siquiera tengo una reparación del daño. Ellas no deberían ejercer medicina; las madres y los bebés corren peligro con ellas”.
Silvia sigue luchando incansablemente por justicia para su hija. Su voz se levanta en un llamado desesperado a las autoridades para que se haga valer la ley y se garantice que tragedias como la suya no caigan en el olvido.
“Si es necesario voy a llegar hasta el Consejo de la Judicatura o a donde tenga que ir, mi hija merece justicia, la mataron de una manera muy fea y en la investigación se comprobó que fue negligencia, le deshicieron el pulmón. En el expediente están las pruebas médicas, incluso la prueba Silverman de puño y letra de la doctora en donde ella confirmó que la clínica no tiene recursos para manejo y abordaje de emergencias así”.
La historia de Silvia es un recordatorio conmovedor de la lucha diaria de las víctimas de negligencia médica, que buscan justicia en un sistema que a menudo parece fallarles.
En memoria de la pequeña que nunca tuvo la oportunidad de crecer, Silvia continúa su batalla por la verdad y la justicia, con la esperanza de que su historia sirva como un llamado de atención para reformar los procesos judiciales, las leyes y garantizar que los responsables rindan cuentas por sus acciones.
Su lucha es un recordatorio de la fuerza y determinación de una madre que nunca dejará de pelear por la memoria de su amada hija.