Universidad

Octavio César Mendoza

No es presunción, pero mis amigos son personajes que poseen una cualidad admirable: la inteligencia. Por mayoría, son mujeres y hombres de robusta complexión académica, ganadores de premios, autores de libros, generadores de ideas y estudiosos de las diversas realidades que nos rodean. Algunos, incluso, son conocidos y reconocidos en otros continentes, miembros destacados de la sociedad en México y el mundo. Es un honor, al mismo tiempo, ser reconocido por ellos como Poeta, y aún más como Amigo. Ellos saben quiénes son y quiénes han sido, y por qué la admiración es mutua.

El universo de esos grandes personajes me permitió, en su momento, hacer de su generoso conocimiento mi campus universitario; así, mi alma máter que ha sido la vida misma, me permitió tener largas conversaciones con Félix Daujare, Joaquín Antonio Peñalosa, José Emilio Pacheco, David Ojeda, Doc Barbahán, Dominique Chemin, desde mi infancia -en un par de casos-, pasando por mi juventud, y hasta que ellos dejaron el testimonio de su obra intelectual para probar su valiosa existencia como seres humanos.

He sido muy afortunado. He vivido una era extraordinaria, llena de genios creativos como los de Armando Belmontes, Jesús Ramos, Rafael Luna, o Pedro Cervantes. Discutí, bebí, viajé y experimenté el goce visual con ellos. A esos grandes amigos me llevaron otros igualmente geniales, aun vivos, vivientes y supervivientes de la mediocridad que en no pocas ocasiones puebla al mundo.

Gracias a todas y todos los personajes que me enseñaron algo, soy lo que soy; incluyendo mis sobresalientes defectos y aspectos negativos. Mi universidad son y siguen siendo las personas, y no niego sentir un afecto íntimo por ellas, pues sus mentes son faros.

Por ello, ahora que leo el análisis de Marco Antonio García Briones en torno al desempeño del actual rector de la UASLP, Alejandro Zermeño, en Antena San Luis, me explico por qué no soy amigo del Rector. Basta con analizar los datos de su desempeño para advertir que ha salido reprobado en su tarea de hacer crecer a la institución académica más importante de San Luis Potosí; desde esa óptica se advierte que su señalamiento de que la autonomía universitaria está en peligro, es una alerta más bien lanzada a modo de distractor que un hecho científicamente comprobable.

Si la cantidad de Estudiantes de Posgrado ha disminuido, si la matricula de las Licenciaturas se ha reducido, si las patentes generadas son pocas, lo que está en peligro -en caso de que el rector se reelija-, es que la UASLP siga siendo una herramienta del progreso del Estado. De ahí han surgido grandes líderes, pensadores, creadores, inventores, y una extensa comunidad universitaria que la defiende y la defenderá toda su vida, como para que alguien se crea el cuento de que su autonomía está en riesgo, sólo porque la reelección del actual rector no está asegurada. Eso es creer que la universidad es un solo personaje y el grupo de intereses que lo rodea.

Ignoro por qué ha habido acusaciones tan directas como equívocas a la persona del Secretario General de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez, y otros servidores públicos del Gobierno del Estado, de intentar intervenir en un proceso de elección de un nuevo rector, o de reelección del mismo, si ésto último depende de un Consejo Universitario y no de la influencia benéfica o maléfica del Poder Ejecutivo del Estado. Me pregunto si eso guarda relación con otro tipo de preocupaciones de aquellas personas que integran el círculo de poder y protección del propio médico Zermeño, si su alteración emocional obedece al temor de ser desplazados de los puestos directivos y los presupuestos ejecutivos, o si de plano se dejan llevar por un dicho sin mayor sustento que una teoría conspirativa basada en supuestos, dimes y diretes y hasta imprudencias de índole estudiantil. Pero esa es otra novela cuyos cabos se comienzan a atar para saber de dónde agarraron las piedras para intentar romper los vidrios del Palacio de Gobierno, y ahí va a salir otro peine.

Más de uno va a levantar la ceja cuando lea lo escrito por el investigador aquí citado, lo cual está documentado. Acusarán quizás de politiquería este comentario y esa evaluación. Esta, sí, es un hecho real y científicamente comprobable. Lo mío, son apreciaciones personales y por ende falibles. En ese sentido, lo que defiendo es la verdad y no los supuestos, es la inteligencia y no las personas, es a las propias instituciones y no a quienes las representan en su momento; así como en su momento cuestioné el por qué la autonomía universitaria sirve para evitar el escrutinio del ejercicio de los recursos públicos que se ejercen en una universidad, o por qué un auditor de dicha universidad merece un Doctorado Honoris Causa, y no un Artista, una Poeta o un Intelectual que ha puesto el nombre de San Luis Potosí en el plano global, internacional o, al menos, nacional, aún sin ser egresado de la multicitada UASLP. Son dudas razonables.

Fuera de su prestigio como médico o como formador de otros médicos, y de su actual circunstancia como rector, del señor Zermeño no tengo mayor referencia entre las grandes mentes de mi tiempo. Me pasa lo mismo con otros personajes que han pasado por ahí, y hasta por altos mandos del poder gubernamental civil. Usos y costumbres de las d/emo/cracias potosinas que combaten con fiereza el mérito y la inteligencia individual. Creo que por eso don Alejandro y quien esto escribe no somos amigos; sin embargo, creo que podríamos serlo si detrás de su admonición apocalíptica se encuentra un sustento que lo compruebe, tal como están por demás comprobados los déficits de su propia propuesta de trabajo inicial, la cual no se cumplió tal como ofreció hacerlo. No se vale, entonces, salir a declarar infundios para generar caos político y reacciones furibundas de personas a las que quiero y/o admiro, y de quienes estoy seguro son capaces de defender la autonomía de la UASLP si se viera, en efecto, real y no imaginariamente amenazada.

Eso, como bien se sabe, sería imposible si la máxima casa de estudios del Potosí sigue contando entre sus filas con intelectuales de gran talante y trascendencia social, y con un historial secular de libre pensadores. Lo mismo ocurre, caso paralelo, con el COLSAN. Ambas instituciones son de las mentes de quienes las nutren, más allá de su forma de organización y gobierno.

La operación es básica: si el Consejo Universitario evalúa como provechosa la gestión del actual rector, éste será reelegido; contrario sensu, será reemplazado. Así funciona este juego. Una persona no hace una institución. Para qué dar tanto de brincos, estando la autonomía universitaria tan pareja.

Debajo de esta opinión se observa parte del trabajo realizado por un servidor a lo largo de tres décadas de curiosidad y asombro. A la fecha, sigo haciendo de mis amigos mis mejores maestros, y he ayudado a que muchos de ellos logren altos objetivos vitales, escriban hermosas obras literarias, y realicen trascendentes obras estéticas, físicas y de investigación dentro y fuera de México. Así construyeron parte de la historia de San Luis Potosí, incluso. Admiro su amor por el estudio, su lento pero consistente andar hacia la cima de la sabiduría, porque admiro y amo la inteligencia creativa, revolucionaria y transformadora; pero, sobre todo, la pasión con que viven y han vivido su existencia quienes han desafiado y roto los convencionalismos sociales, y están más allá del bien y del mal, a donde pocos llegan y muchos menos se sostienen.

Quizá la mayoría de ellos son egresados de la UASLP, y con mucho orgullo. Por eso, además de su bondad, me siento orgulloso de ellas y ellos.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es poeta, escritor, comentarista y consultor político. Actualmente ocupa la Dirección General de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno del Estado. Ha llevado la Dirección de Publicaciones y Literatura de la Secult-SLP en dos ocasiones, y fue asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, en el Ayuntamiento y Gobierno del Estado de SLP, y en Casa de Moneda de México. Ganador de los Premios Nacional de la Juventud en Artes (1995), Manuel José Othón de Poesía (1998) y 20 de Noviembre de Narrativa (2010). Ha publicado los libros de poesía “Loba para principiantes”, “El oscuro linaje del milagro”, “Áreas de esparcimiento”, “Colibrí reversa”, “Materiales de guerra” y “Tu nombre en la hojarasca”.

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