Octavio César Mendoza
Uno: La doble pinza generacional de la 4T.
La izquierda gobernará este país durante al menos una generación, o su equivalente de cuatro sexenios presidenciales, debido a que la oposición se contrajo dramáticamente ante la opresión de la doble pinza generacional de la 4T, que son adultos mayores y jóvenes, entre cuyas fuerzas de empuje fueron convirtiendo a antiguos críticos en nuevos seguidores de AMLO y por ende en nuevos votantes de CSP, los cuales están insertos en la edad y clase medias del México moderno; ese México moderno que, comparado con el parámetro histórico del proceso de crecimiento económico iniciado en los años cincuenta y que se extendió hasta finales de los años setenta del siglo pasado, se consolidó bajo la hegemonía del PRI. Hoy, en esta realidad paralela de eterno retorno que avanza sobre una cuerda de Moebius, el partido hegemónico es el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena. Se repite una historia que, como todas, terminará, pero que hoy se encuentra en su pináculo. No habrá quien le gane a la izquierda durante muchos, muchos años. Antes decían: “¡Gánale al PRI!” y ahora se dirá: “¡Gánale a Morena!”
Dos: El gran buitre en su trono putrefacto.
Precisamente, aquí es donde la política se convierte en literatura. Deshuesadero, cadáver, remate de liquidación, vertedero de desechos tóxicos, o como sea que se lo llame, eso es lo que queda del PRI; pero a pesar de ello, ese cascajo de fierro viejo oxidado que se hunde sigue representando dinero, al menos para algunos; principalmente para el tal “Alito”, una especie de dictador con finta de proxeneta que se convirtió por sus “destos” en el albacea del partido al cual asesinó. Toda una tragicomedia mexicana. Pero veámoslo por el lado positivo: es tan malito el tal “Alito” y está tan enfermo de poder que la divina providencia no le permitió nacer antes de tiempo, en los propios de la hegemonía tricolor. La desarticulación histórica del PRI del imaginario popular no fue producto de la narrativa creada por la izquierda, sino de la autofagia de los tenedores postrimeros de esa marca: por definición propia, un priísta siempre será equivalente a un ente de naturaleza corrupta y abusiva. “Alito” es la representación por antonomasia de esa degradación humana. En su proceso de degeneración neuro-biológica, resulta grotesco observar al caníbal devorándose a sí mismo, en estado de hipnosis zombie, y gritando vítores a las huestes de muertos vivientes presentes en su asamblea de unción nacional. Para un cuadro de Goya, sin duda.
Tres: El PAN, verdugo, condenado y difamador del cadalso.
Dicen que, si el alcalde Enrique Galindo se va a Morena, el PAN muere por suicidio asistido en su propio cadalso, porque la ideología del poliSÍa cruza más con lo guinda que con lo azul, y además tiene un aliado fundamental en el equipo de la futura presidente: Omar García H., su pupilo. Pero es difícil que el PAN no busque revancha y se convierta en su adversario y hasta en eventual aliado de la gallardía en el 2027, si Galindo traiciona a sus sponsors filo-panistas; así que el reelecto tampoco la tiene fácil si se deja llevar por el canto de las sirenas morenas, pues el barco del PAN navegará con la bandera del pragmatismo, aunque dejaron ir la oportunidad histórica de volver a ganar la capital con un militante. Ni el PAN ni su alcalde del PRI tienen un pelo de tontos. Por otra parte, al desear alcanzar la hegemonía absoluta en el mapa electoral, la izquierda no va a negociar San Luis Potosí. Por eso, antes de superar el desgaste de un trienio donde ya no puede volver a prometer lo prometido, al alcalde no le conviene que le soplen futurismos al oído. Mejor que haga su chamba. No olvidemos: ni Sonia quedó tan lejos, ni Enrique quedó tan cerca. Dígase.
Cuatro: Carrera de relevos.
La mejor estrategia para anticipar la reelección de un proyecto político poderoso es exhibir a sus corredores, los cuales deben hacer carrera de relevos para ver quién cierra con la estafeta en la mano. Dejarlos partir plaza, pasearse entre la gente para ser identificados como las cartas fuertes para dar continuidad a un proyecto transexenal, es fundamental para consolidar un dominio territorial absoluto. En el caso de los verdes están visibles y fuertes los perfiles de Ruth González Silva, J. Guadalupe Torres Sánchez y Juan Carlos Valladares Eichelmann. Se requiere unidad desde el arranque de esa carrera, que es en equipo, porque una sola figura puede recibir un castigo desmedido y anticipado por parte los adversarios, mientras que es más difícil tener piedras suficientes para atinar a todos. Sin embargo, esto depende de la visión del líder del gallardismo, cuya popularidad no deja de ser la más elevada de todos los gobernadores del país, y eso no se puede hacer a un lado. “El pollo” no dejará de ser un aliado fundamental de la 4T, y por ende lleva mano en la elección de su sucesor por cuenta de la izquierda.
Cinco: ahora resulta.
Que todos conocen a la futura secretaria de Gobernación, la huasteca potosina Rosa Icela, y que ella trae el carcaj lleno de flechas para que los enemigos de sus amigos se cuiden los ijares. Eso dicen, orondos y oriundos. Con todo ese poder depositado en la paisana me cuestiono, tal vez ingenuamente, y por la responsabilidad de tal tamaño, si lo que la secretaria necesita son aliados para combatir a los verdaderos enemigos de la dignidad humana, de la gobernabilidad democrática y de la estabilidad económica del país, o pasar facturas derivadas de emociones y resentimientos. La recomposición del mapa de cuerpos sociales de esta nación mexicana no admite agendas personales movidas por las venganzas o los argumentos de pasquine tipo western que algunos se hacen en la cabeza. Esas son ideas muy limitadas acerca del ser y el pensar de alguien que, de facto, se convierte en la segunda persona más poderosa de esta nación. Imaginen: si se trata de la política que está negociando la agenda del poder entre el presidente saliente y la presidente entrante, ¿se va a poner a escuchar chismes para tomar decisiones? Sus lealtades básicas son patrióticas e institucionales.
“Seicito.”
Todo cambia si se queda Biden y gana Trump, entiéndase. Y para sazonar de repudios esta columna y/o a su trasunto autor, os ruego leer a Borges; específicamente al Jorge estudioso del vituperio. Anexo ensayo de ese gran Luis.
Arte de injuriar, por Jorge Luis Borges (Argentina) (espaciolatino.com)
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es poeta, escritor, comentarista y consultor político. Actualmente ocupa la Dirección General de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno del Estado. Ha llevado la Dirección de Publicaciones y Literatura de la Secult-SLP en dos ocasiones, y fue asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, en el Ayuntamiento y Gobierno del Estado de SLP, y en Casa de Moneda de México. Ganador de los Premios Nacional de la Juventud en Artes (1995), Manuel José Othón de Poesía (1998) y 20 de Noviembre de Narrativa (2010). Ha publicado los libros de poesía “Loba para principiantes”, “El oscuro linaje del milagro”, “Áreas de esparcimiento”, “Colibrí reversa”, “Materiales de guerra” y “Tu nombre en la hojarasca”.