María Ruiz
Con la llegada de diciembre, las calles de San Luis Potosí se llenan de luces, música y, sobre todo, del estruendo característico de la pirotecnia. Sin embargo, para muchas personas, especialmente aquellas dentro del espectro autista, estas celebraciones pueden convertirse en una experiencia angustiante y dolorosa.
Isis Libertad Lara, neuropsicóloga especializada en neurorehabilitación, abordó el impacto que tienen los fuegos artificiales en el cerebro autista, así como las recomendaciones clave para prevenir y manejar las crisis sensoriales derivadas de estos estímulos.
Isis explicó que el cerebro autista procesa los sonidos de manera diferente al de una persona neurotípica. Mientras que una persona promedio puede tolerar hasta 120 decibeles sin consecuencias graves, una persona autista tiene una sensibilidad mucho mayor y puede experimentar malestar incluso con sonidos considerablemente más bajos.
“El cerebro autista puede percibir estos sonidos como si estuviera en medio de un bombardeo. No es un simple ruido molesto; es un estímulo que se siente vívido, invasivo y, en muchos casos, doloroso”, señaló la especialista. Aunque el cerebro no siente dolor, el malestar es tan intenso que puede desencadenar una crisis que va desde llanto, gritos y reacciones agresivas involuntarias, hasta mutismo selectivo, agotamiento extremo o incluso febrícula.
Las crisis en personas autistas: ¿cómo actuar?
Isis aclaró que las crisis no son exclusivas de niños, ni se diferencian significativamente entre los grados de autismo (1, 2 o 3). “Una crisis es un evento que requiere ayuda notable, independientemente de si se presenta en un niño o un adulto”, afirmó.
Para prevenir y manejar estas crisis, es fundamental identificar los detonantes y actuar en tres etapas: antes, durante y después de la crisis. Antes de la crisis, señaló la especialista, se debe identificar qué estímulos pueden desencadenar el malestar, como los sonidos fuertes de la pirotecnia, y tomar medidas preventivas como el uso de tapones auditivos o audífonos con cancelación de ruido.
Durante la crisis, explicó que se debe alejar a la persona del estímulo que la está afectando, ofrecerle herramientas que la calmen (como una frazada, agua fría o espacios tranquilos) y evitar el contacto físico si este no es solicitado.
Después de la crisis dijo, es necesario permitir un tiempo adecuado de recuperación, ya que el agotamiento físico y emocional puede ser extremo.
La importancia de la empatía comunitaria
Isis subrayó que el cambio no solo debe venir de las familias con miembros dentro del espectro autista, sino también de la comunidad en general.
“En países como España y Argentina, ya existen campañas bajo el lema ‘Más luces, menos ruido’. Es tiempo de que en México adoptemos una postura similar y entendamos que nuestras celebraciones no deben convertirse en una fuente de sufrimiento para otros”.
Si bien colocar letreros afuera de las casas para advertir la presencia de una persona autista puede parecer una solución, Isis destacó que esto puede ser invasivo para muchas personas dentro del espectro. “La verdadera solución no es señalizar casas, sino crear una cultura de respeto y conciencia generalizada”.
Acciones para una sociedad más inclusiva
La especialista concluyó con una invitación clara: informarse, sensibilizarse y, sobre todo, actuar con empatía. Existen asociaciones y especialistas dispuestos a brindar apoyo y capacitación en estos temas.
“Generar un entorno inclusivo no debería ser una excepción, sino una norma. Las personas autistas merecen celebrar, disfrutar y existir con tranquilidad, sin que su bienestar dependa de la suerte o la ignorancia de quienes los rodean”, finalizó Isis.