Por Victoriano Martínez
Durante este año, en la ciudad de San Luis Potosí se han denunciado un promedio de tres robos diarios a negocios.
Si se toma en cuenta el dato proporcionado por el Fiscal Federico Garza Herrera (de 32 millones de delitos en el país sólo se denuncian dos millones, es decir, el 6.25 por ciento), tras esas tres denuncias diarias habría casi 50 casos no denunciados.
En los últimos 20 días, en seis restaurantes de la ciudad se registraron asaltos en los que los comensales también fueron víctimas.
Seis robos a negocios.
Si bien la cifra podría parecer mínima ante los casi 50 casos que ocurren cada día en el anonimato, su impacto sólo es una muestra del grado de indignación con el que la ciudadanía debería reaccionar ante la negligencia de las autoridades responsables de la seguridad de la población.
Seis robos a restaurantes encienden focos de alarma para quien decide comer fuera de casa.
Casi 50 robos diarios a negocios en la ciudad muestran el alto riesgo que enfrenta cada habitante de la capital o visitante por el sólo hecho de salir a la calle.
Si se evalúa el riesgo con relación al número total de robos que ocurren al día, se justifica plenamente que ocho de cada diez capitalinos vivan con miedo por la inseguridad.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tiene registrados en los primeros diez meses de 2019 un total de 13 mil 711 robos en el Estado. Prácticamente siete de cada diez ocurren en la capital.
De acuerdo con esas cifras, se denunciaría un promedio de 31 robos diarios en la ciudad, pero ocurrirían más de 700 sin que originen una denuncia.
Cada potosino que sale a la calle entra a una rifa con al menos 700 posibilidades de ser asaltado.
El problema no es salir con la potencial condición de víctima de robo, sino que para no serlo ya no basta con evitar las zonas de mayor riesgo porque, ante la negligencia de la autoridad, la delincuencia ha ganado tanto espacio, que ya no importa si sus víctimas se encuentran en lugares concurridos.
Esa es la gravedad que exhiben los asaltos en los restaurantes en los que los comensales también son víctimas.
El problema no sólo es que ocurran seis en 20 días, sino que puedan ocurrir y que cada vez sea con mayor frecuencia.
La respuesta no puede ser que se tengan “líneas interesantes” de investigación, o que se declaren avances del tipo pueden ser delincuentes locales o foráneos, o que su modus operandi es que entran violentamente, roban a la concurrencia y se van.
La respuesta es que los delincuentes no queden impunes, y esto es un problema derivado de la falta de seguridad. Garza Herrera aseguró, tras su comparecencia, que el problema no es de justicia, sino de falta de seguridad. Se equivoca. Impunidad es falta de justicia, y la impunidad es la que alienta a que se sigan cometiendo los delitos.
Y si los robos en los restaurantes pueden ocurrir con mayor frecuencia, es porque los delincuentes se dan cuenta de que pueden cometerlos sin que haya consecuencias para ellos, aunque sí para la población, que no sólo pierde su derecho a la seguridad, sino también espacios de libertad.
¿Quiere salir a cenar? Recuerde que ya no lo puede hacer como usted quisiera. Evite usar joyas y relojes caros, no lleve su celular ni su cartera, ni tarjetas de crédito. Lleve sólo lo justo para pagar la cuenta. Pregunte si en el establecimiento al que va cuentan con caja de seguridad donde pueda depositar las llaves de su auto para evitar que se las arrebaten.
Tras todas esas precauciones, más las adicionales que crea pertinentes, es usted libre de salir a cenar a donde guste. Recuerde que los ladrones cada vez son más libres de salir a robar a donde se les antoje, gracias a que los impuestos que paga sirven para patrocinar reuniones de coordinación de autoridades que generan soluciones de escritorio que algún día aterrizarán en la realidad.