Por Victoriano Martínez
Si el crecimiento urbano amenaza a ejidos y comunidades con una depredación ecológica inmobiliaria, los territorios más alejados no escapan de los riesgos de acciones depredadoras al servicio de las necesidades de la propia urbanización por parte de empresas devastadoras con disfraz de protectoras del ambiente bajo el argumento de generar energías limpias.
Un disfraz que las vuelve más peligrosas y que, en Valle Umbroso –en los límites entre San Luis Potosí y Mexquitic de Carmona–, es con el que la empresa MRS Moctezuma acecha desde hace un año a los ejidatarios de las comunidades de Estación Pinto y La Jacoba para convencerlos de rentarles más de 500 hectáreas.
Un pretendido abuso sobre las condiciones económicas de los habitantes originarios del territorio que, como ocurre con distintas variantes en la Comunidad de San Juan de Guadalupe o el Ejido La Pila –por ejemplo–, se busca concretar con el atractivo de un ingreso seguro, tras el que se ocultan desventajas y hasta irregularidades en los procedimientos.
Pareciera que además de la maldición de la Malinche, en los tiempos de internet y de un mundo mucho más comunicado, este tipo de abusadores depredadores del ambiente menosprecian de tal manera la capacidad de la gente del campo que creen posible que todavía se les pueden cambien cuentas de vidrio por oro.
MRS Moctezuma ofreció pagar una renta anual de 40 mil pesos por 30 años a 156 ejidatarios para usar más de 500 hectáreas del Ejido en las que –lo que no les dijeron– alterarían el equilibrio ecológico, generarían emisiones contaminantes y usarían otras energías no tan limpias, con lo que la tierra se volvería infértil y ya no podrían producir todo lo que hoy producen.
“Ya no podríamos sembrar y nuestro ganado morirá de hambre”, expresó el ejidatario Carmelo Muñoz Cerda. Una idea que tienen clara muchos de los ejidatarios que resultarían afectados: rentar sus tierras implicaría condenar a muerte a mil 500 cabezas de ganado mayor, a 700 cabezas de ganado menor y a 300 caballos, además de la desaparición de la fauna y flora silvestre.
Cada uno de los 156 ejidatarios recibiría 109 pesos con 59 centavos diarios durante 30 años, apenas la tercera parte de un salario mínimo mensual 2022, a cambio de quedarse sin sus tierras, que hoy les dan para subsistir.
La idea sobre el riesgo de perder sus tierras por la amenaza de volverlas infértiles a cambio de tan raquíticos recursos no surge de su imaginación, sino de la experiencia de quienes ya padecen esa circunstancia en otra parte del territorio potosino: en Villa de Arriaga con la llegada de Iberdrola.
El testimonio de Manuel Martínez Morales es bastante ilustrativo. Iberdrola no sólo los engaño para instalar en 750 hectáreas 672 paneles solares para producir energía que volvieron infértil la tierra, tan improductiva para los ejidatarios que ni el pago de la renta pudieron ver porque la empresa consideró que “los pobladores no eran capaces de manejar ese dinero”.
Un panorama de engaños y burlas tan similar al que no pocos ejidos y comunidades se ven sometidos, que la operación parece calcada: se busca convencer a las autoridades ejidales, engañar a un grupo de ejidatarios para cuerpear las asambleas que sean necesarias, y se omiten las autorizaciones legales necesarias.
En Valle Umbroso no existe permiso alguno para la generación de electricidad, ni una solicitud de Evaluación de Impacto Social por parte de MRS-Moctezuma, según lo confirmó Rocío Nahle García, secretaria de Energía. Tampoco fue posible localizar la existencia de una Manifestación de Impacto Ambiental que se haya presentado a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.
De un modo u otro, a nombre de un presunto desarrollo que privilegia el lucro excesivo por encima de los derechos de ejidatarios y comuneros y con vocación depredadora del medio ambiente, proyectos devastadores se abren paso como ocurrió en Villa de Arriaga o en áreas naturales ya urbanizadas.
Un avance que cada vez encuentra más oposición de los poseedores originales de la tierra. Hoy se conoce el caso de los ejidatarios de Valle Umbroso, cuya lucha apenas comienza.