Vaya mezquindad

Óscar G. Chávez

Nunca había visto, y creo que ni esperado, tal nivel demezquindad en los comentarios de un gobernador potosino frente a una solicitud de infraestructura urbana, menos cuando los principales beneficiados, en caso de dar respuesta positiva, serían personas de todas las edades. 

Hace una semana exactamente, algunos medios de comunicación publicaron unas declaraciones infames e infamantes, en las que el gobernador respondía a un grupo ciudadano que le solicitaba un puente peatonal para cruzar la carretera a Rioverde, inmediatamente después de su puente con tendederos, que si querían ese puente que ellos lo pagaran, en el supuesto que varios de los solicitantes son padres de familia de un colegio particular de esa zona. Vaya con su humanidad, su respuesta lo describe de cuerpo entero.

Tampoco es que mucho asombre su actitud o que se pueda esperar cierta sensibilidad de quien prefiere construir circos romanos a equipar hospitales o saldar deudas con instituciones educativas, pero el suponer que por tener hijos en colegios particulares se tiene un nivel socioeconómico que permita pagar puentes es una aberración. Sin embargo, en el caso que esto fuera cierto, sus capacidades de discernimiento no le permiten considerar que estos niños llegarán en automóvil hasta las puertas de la institución educativa, por lo tanto será a quienes no tienen vehículo, ni solvencia económica, a quienes privará de la posibilidad de utilizar un puente y conservar su vida. 

Comentarios como éste, no sólo menoscaban la imagen que pretende proyectar de padrino buena onda y muestran, además de insensibilidad, un profundo resentimiento social y una serie de complejos, propios de aquellos nuevos ricos que pasaron una infancia llena de privaciones. Aplica perfectamente al gobernador de San Luis Potosí, un personaje que sumado a lo anterior, al tiempo que gusta proyectar una imagen de reivindicador social, se pavonea (ataviado con ropas carísimas y además de muy mal gusto) mostrándose como el gran restaurador del tejido social potosino, denostando a quienes considera sus adversarios, críticos u opositores, o como en este caso, excluyendo a quienes considera que, por su nivel socioeconómico,  no tienen derecho a beneficiarse de la obra pública.

Aquí ocurre algo curioso, ya que si se analiza un poco más a detalle el nivel socioeconómico del grupo que solicita el puente peatonal, es más que evidente que ninguno de ellos supera la tradicional clase media, y que bajo ninguna circunstancia pueden asemejarse con aquellos miembros de la clase alta potosina, esos que Ricardo Gallardo busca a como dé lugar que lo tomen en cuenta y lo consideren cercano a ellos. La explicación es simple, dirige sus rencores y resentimientos contra aquellos que puede; digo, no lo imagino haciéndole un desplante cara a cara a alguno de los grandes empresarios potosinos.

Pero, observemos lo siguiente, porque además es necesaria la reflexión: no quiere construir un puente peatonal al oriente de la ciudad, en una zona popular que es afectada por la mala planeación de un puente vehicular que mandó construir por puro capricho, si otro tipo de consideraciones técnicas que su antojo, argumentando que el puente no se necesita, pero que en caso que se necesitara, quien lo solicita es un colegio privado que tiene dinero para pagarlo. En contraposición, buscando quedar bien con la Asociación Nacional de Charros (de la que seguro buscará ser presidente) les trató de construir un escenario para un evento de relumbrón en el que seguro también tirará varios millones de pesos. Magistral estupidez el no pensar en lo costoso que es ese pasatiempo, practicado por personas cuyo nivel adquisitivo en realidad es alto. 

No se requiere mayor análisis para percatarse que a los charros ricos, en busca de aceptación les construye un teatrito de miles de millones y a un sector de clase media no le construye un puente que difícilmente llegaría a los dos millones. Así la mezquindad del gobernador de San Luis Potosí.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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