Verborrea, silencio y el nummus-politikon

Abelardo Medellín Pérez

El exceso y ausencia de palabras a la hora de explicar un problema complejo, son dos extremos que revelan cosas distintas de la realidad; mientras que el exceso traiciona al hablante, la ausencia promete traicionar al escucha.

Este jueves 9 de mayo, dos días después de que renunciara el secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Guzmar Ángel González Castillo, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona confesó, sin querer queriendo, que el nuevo titular de la SSPC será José Luis Ruíz Contreras, ex titular de la Fiscalía General del Estado.

El gobernador, en un inicio no tenía la intención de revelar que Ruíz Contreras recibiría el nombramiento, pero al final la lengua lo traicionó y dijo:

“No, no, ya mañana vamos a nombrar al fiscal… Aquela, me traicionó el subconsciente, mañana vamos a nombrar a José Luis como secretario de Seguridad Pública del Estado, confirmado”.

Este es un claro ejemplo del exceso. La verborrea (o incontinencia verbal) es un mal común entre quienes han aprendido a punta de experiencia que el mucho hablar esconde el mucho desconocer. El gobernador padece esta condición, es conocido por largos e insulsos discursos donde se muestra desesperado por mantener la atención del público que lo escucha, sin importar que tenga que recurrir a un lenguaje soez, una aburrida lista de refritos discursivos o arrojar a algún ex funcionario al fuego con tal de recibir los vítores mínimos.

En otras ocasiones al gobernador francamente lo han traicionado sus impulsos expresivos. El ejemplo más funesto fue el del discurso inaugural del Campeonato Nacional Charro del 2023, cuando profirió el infame comentario de los “amigos de pala”; ese discurso brotado de las entrañas, que fue tan lamentable, que la Dirección de Comunicación Social de Gobierno del Estado tuvo que emitir una injustificable explicación de porqué el gobernador no hablaba literalmente.

Tan grandes han sido los arranques verborreicos del mandatario, que su propio gobierno ha tenido que salir a maquillar sus intenciones, borrar fragmentos de transmisiones y enviar fe de erratas a reporteros cuando el gobernador ofrece datos imposibles de presuntos logros de su gobierno.

Pero Gallardo Cardona es un Nummus-politikon (una moneda política); y así como las divisas, el gobernador potosino tiene otra cara; si por un lado de vez en cuando habla de más, cuando se trata de las cosas importantes el gobernador decide callar.

Tras revelar que el ex fiscal se convertiría en su secretario de Seguridad, se le cuestionó al gobernador por qué había renunciado o había sido despedido el anterior titular, a lo cual el gobernador calló, ignoró las preguntas y dejó el lugar sin atender los cuestionamientos de la prensa.

La actitud discreta y dolosa del gobernador Gallardo Cardona recuerda a las actitudes del priista Juan Manuel Carreras López, quien abandonaba las entrevistas de banqueta cuando el tema comenzaba a virar a temas de seguridad.

Gallardo Cardona se revela como el heredero maldito de las actitudes Carreristas; con su nula respuesta de ayer, deja ver que no importa si son jóvenes o entrados en años, no importa si son rojos o verde, no importa si son pollos u otro animal político… al final los políticos son ciudadanos auto engañados que le dan un valor injustificado a sus palabras e ignoran la relevancia y bondad de una verdad pertinente.

Sí, Gallardo se deja ver hoy como una calca del priismo Carrerista más simple, pero en su silencio sugiere una duda razonable: ¿el secretario de Seguridad se movió o lo movieron?

Con las renuncias concurrentes del ex titular de la SSPC y el ex titular de la FGE, queda claro que todo fue una movida interna para hacer un enroque entre el gabinete y la Fiscalía: Guzmar sale y entra José Luis. Nadie lo duda, el cambio fue orquestado.

El vacío de explicaciones dentro de este hecho, da lugar a diversas suposiciones: ¿y si Guzmar ya no atendía las órdenes del gobernador sino las órdenes de algún grupo delictivo fuera del gobierno?, ¿y si el grupo delictivo que las policías de Guzmar atacaban eran los nuevos aliados de la estirpe Gallardista anidada en el PVEM?, ¿y si despidieron a Guzmar por haber descubierto alguna crisis de operatividad que produjera los problemas al interior de los penales?, ¿y si Guzmar descubrió que el gobierno pactó con células criminales al interior de las cárceles y no quería participar?, ¿qué pasa si el Fiscal General del Estado pidió el cargo de Guzmar con la pretensión de mejorar la Secretaría y el gobernador decidió traicionar a uno de sus más leales servidores públicos con tal de darle lo que quería a un fiscal que había trabajado bien?

Todas parecieran teorías subidas de tono, algunas imposibles, otras probables, unas más palpables, pero podemos concordar que ninguna se puede confirmar en tanto que el gobernador continue con la actitud de guardar silencio cuando se le cuestiona por este asunto.

El gobernador tuvo la oportunidad de decir la verdad o explicar lo ocurrido en sus propios términos y, en lugar de eso, decidió jugar a “la ley del hielo” y dejar pasar una declaración obligada que ayude a la gente a entender su contexto.

Ahí es donde reside el problema: cuando Gallardo Cardona sale a cámara y decide – hoy voy a ser dueño de mi silencio – lo único que provoca es incertidumbre que se traduce en una desconfianza creciente y un daño grave a la comprensión de la cultura política actual.

El gobernador confía en que protege la imagen de su gobierno con estos desplantes Carreristas y lo que en realidad hizo fue marcar negativamente a los dos funcionarios, el que se fue y el que se quedó, porque ellos arrastrarán la sospecha constante de los ciudadanos que los ven como las piezas mal jugadas de un gobierno oscuro.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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