Los reporterillos de Astrolabio Diario Digital echamos un vistazo al pasado y en esta sección le presentamos uno de nuestros hallazgos:
¿Cuántas veces le ha tocado ver una reacción bien humorada de un grupo de músicos ante algún incidente incómodo? Nos encontramos ésta en El Nacional del 12 de agosto de 1890. Disfrútela, en serio.
Escena de risa
La noche del sábado último, con motivo de las luces que anualmente celebran los vecinos del barrio de San Lorenzo en honor del santo patrono habían levantado un templete en la calle segunda de San Lorenzo, esquina a León. Abajo del tablado había colocadas varias vendedoras de enchiladas y quesadillas y en la parte superior del templete tocaba una murga compuesta de diez o doce filarmónicos.
Serían las 10 p.m. cuando, con más entusiasmo se empeñaban en destrozar el wals “Sobre las olas”, de Juventino Rosas, y repentinamente…. ¡cataplum! Se rompió una de las principales vigas que sostenían el tapanco y el tablado se hundió con todo y música.
Una carcajada unísona respondió a aquel silencio repentino de la música al ver a uno de los músicos de cabeza dentro de la tambora, uno de los clarinetes dentro de la sartén de las quesadillas, el pistón en la charola de las enchiladas, y las fisonomías de todos los maestros músicos revelando un pánico como si se les hubiera caído el mundo encima.
Por fin recogieron sus instrumentos llenos de lodo, de chile y de manteca, medio machucados y ¡viva la gracia! Su primera operación fue tocarse una diana por el susto que recibieron, cuya pieza fue saludada con vivas y aplausos del público.
Afortunadamente no hubo desgracia alguna personal.
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