Vivir en Hacienda Valbuena: el lujo envenenado de Cerro de San Pedro

María Ruiz

“Lo único que fluye aquí es el plomo en el agua”, afirma una madre de familia resignada mientras observa a su hijo rascarse una erupción persistente en las piernas. Vive en el coto 3 del fraccionamiento Hacienda Valbuena, una zona residencial ubicada en Granjas de la Florida, Cerro de San Pedro, que prometía exclusividad, lujo y alta plusvalía, pero que hoy se ha convertido en un ejemplo alarmante de negligencia inmobiliaria, colapso ambiental y abandono institucional.

La indignación de los vecinos no solo proviene de promesas incumplidas. Hoy la realidad los enfrenta a una crisis sanitaria sin precedentes, documentada por ellos mismos ante la ausencia de respuestas oficiales: el agua que llega a sus casas por medio de pipas no solo es escasa, también está contaminada.

Alarmados por los síntomas de enfermedades en sus familias, los residentes decidieron contratar un laboratorio independiente. El análisis fue realizado por el Laboratorio de Análisis Ambientales Rivera, que emitió el informe con folio RIVERAE8591, tras una evaluación microbiológica y fisicoquímica de una muestra tomada directamente de una pipa que abastece la zona.

Los resultados fueron escalofriantes. Las muestras indican que el agua tiene presencia de Escherichia coli y coliformes fecales, indicativo de contaminación con materia orgánica y desechos humanos.

También tiene niveles elevados de plomo (Pb), un metal neurotóxico particularmente peligroso para los niños. Aunado a esto se detectaron rastros de hierro, manganeso y aluminio, todos por encima de los límites permitidos por la NOM-127-SSA1-2021, y cloro residual en exceso, probablemente añadido de forma improvisada por los operadores de las pipas en un intento por “desinfectar” sin supervisión técnica.

“El agua no solo no es potable, es un riesgo. Las tuberías están corroídas, los baños se pudren, nuestros hijos tienen reacciones en la piel, y la inmobiliaria… simplemente no responde”, denuncia otro vecino.

La pesadilla detrás del portón de lujo

Mientras el fraccionamiento se publicita como una zona premium con vigilancia, áreas verdes y casas de más de cinco millones de pesos, la realidad se impone apenas se traspasa el acceso: no hay drenaje, no hay energía eléctrica estable ni red de agua potable. La electricidad depende de una planta generadora que falla por días; los desechos se filtran en fosas sépticas improvisadas; los olores son insoportables.

“Aquí la infraestructura no existe. Pagamos mantenimiento y no hay casa club, no hay calles limpias, no hay servicio; solo ratas, tierra y frustración”, cuenta una residente del coto 2 que dejó de habitar su propiedad por temor a que su familia enfermara. Hoy renta en otro lado, mientras su inversión se devalúa ante sus ojos.

Una inmobiliaria fantasma: contratos “de tiendita” y evasión

El nombre de la empresa que construyó este desarrollo es MP Belen, aunque encontrar más información sobre ella es prácticamente imposible. No cuenta con una página web activa, ni razón social visible o representación legal clara. Los vecinos han viajado hasta León, Guanajuato, para investigar sin éxito.

“El contrato que firmamos no serviría ni para comprar una bicicleta”, dice un comprador.

Los pagos se exigen en efectivo o con créditos inmediatos. Una vecina relata que entregó un anticipo de 25 mil pesos hace seis meses, y que hasta la fecha nadie le ha regresado nada ni le ha respondido.

“Todo es evasivo. Los vendedores se esconden. Preguntas por el gerente y te dicen que no pueden darte su número. Te botan con los subordinados que no saben ni cómo justificar los errores”, agrega un denunciante.

Silencio impuesto y vecinos expulsados de grupos

La represión es también vecinal, pues los vendedores de estas casas de “lujo” habitan el coto 1, por ello quienes denuncian son removidos de los grupos comunitarios.

“Nos sacaron por decir la verdad. No quieren que se hable porque dicen que baja la plusvalía, pero ¿cómo no hablar si nuestras casas se están cayendo?”, comenta un habitante del coto 3.

Otros más han optado por colocar lonas de protesta en sus fachadas. Solo así han logrado que la desarrolladora regrese a revisar mínimamente los daños.

“Hasta que pusimos las mantas, vinieron. Antes nos ignoraban, nos burlaban, nos decían que no podíamos hacer nada”, relatan.

Fosas sépticas, drenaje a cielo abierto y plaga de ratas

El agua contaminada no es el único problema. La basura se acumula sin control en zonas comunes; los desechos líquidos parecen terminar en pozos abiertos y algunos vecinos del fraccionamiento La Florida, que es contiguo, señalan que una planta tratadora inactiva sería una de las fuentes de los malos olores que inundan el área.

“Las ratas que nos invadieron no son del monte, son de allá, de los desechos de Valbuena. Lo entendimos cuando vimos de dónde venían”, dice una vecina de La Florida, quien grabó los tambores de agua y las filtraciones desde su azotea.

Hay sospechas de que la planta pertenece a Trataragua.com, empresa que mantuvo contratos con Interapas entre 2017 y 2021, aunque no hay confirmación oficial. Mientras tanto, todo indica que los residuos terminan filtrándose al subsuelo o a corrientes naturales del Cerro de San Pedro, un área ambientalmente frágil.

Profeco, abogados y el miedo a perderlo todo

Desesperados, más de 20 familias se han asesorado legalmente y acudido a la Profeco, sin que hasta el momento haya una resolución concreta. El temor a perder sus inversiones, sumado al miedo de denunciar y dañar la “imagen del fraccionamiento”, ha silenciado a muchos.

“Hay gente que ya no vive aquí, pero no quiere hablar. Tienen miedo de que si denuncian nadie les compre la casa”, asegura uno de los organizadores vecinales.

Otro agrega: “Si esto continúa así, no solo perdemos nuestro dinero. Perdemos nuestra salud, nuestra dignidad y nuestro derecho a vivir bien.”

La pregunta que flota entre los muros cuarteados de Hacienda Valbuena es simple: ¿quién se va a hacer responsable? La inmobiliaria se esconde y los problemas crecen. Lo que alguna vez fue vendido como una joya inmobiliaria de San Luis Potosí, hoy es un símbolo como dicen sus habitantes de lo que ocurre cuando la ambición supera al deber.

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