Óscar G. Chávez
Cierra un año más, tres y tres meses de la actual administración estatal desde que el actual gobernador tomó posesión del cargo; de la municipal van unos cuantos meses, aunque considerando la muy cantada reelección del alcalde de la enseñanza y el aprendizaje, iría éste por el inicio de su cuarto año. Este diciembre contrasta notablemente con los anteriores en el que el derroche, con todo y los deformes chupirules navideños, que fueron el distintivo de la ciudad, superan de calle a los actuales, que aparte de austeros resultaron bastante horrenditos y sin personalidad alguna en ambos órdenes de gobierno.
O no hubo dinero o ya de plano no les dio para más. Hay que considerar que al secretario de Cultura estatal, el recurso (al igual que el cerebro) no le da para más y, por el otro, se encuentra acéfala la dirección municipal de Cultura. Es entonces cuando se echa de menos a un funcionario capaz.
Omitiendo lo anterior. El asunto se explica por sí; no es que haya disminuido la megalomanía del gobernador y su fascinación por lo kitch y lo camp, sino que precisamente su gusto por el derroche y el desvío de recursos llevó a la crisis de las arcas públicas, aunque pretenda hacernos creer que nunca hemos estado mejor. La razón es muy sencilla y no puede achacarse a factores externos como el recorte federal, que ya se demostró fue mínimo, sino más bien deriva del agandalle y la desmedida voracidad con la que se ha buscado distraer la mayor cantidad de recursos públicos posibles, en detrimento de su correcto reparto y sin importar la problemática que pueda generarse entre los afectados por su retención y desvío.
Y las mil posadas quedaron en un simple dicho; más allá del alarde, los centavos no dieron para más. Era lógico, desde la mitad del primer año del gobierno gallardista, los que le saben al asunto de los pesos y centavos auguraron un problema financiero, aunque no iba a derivar de una ficticia falta de participaciones. Quedó demostrado que cuando resulta conveniente se invoca, mientras que en otras ocasiones se señala como problema menor.
Quedó demostrado que el gobernador cuenta con el apoyo de todos los actores políticos del estado (incluido el alcalde de la capital) y, siguiendo la misma operación de este año que fue electoral, es fácil suponer que el dinero que se está echando a una nueva alcancía, y será destinado para financiar el proceso electoral de año 2027. Por más que se quiera ser optimista y busquemos esperanzadores mensajes del centro o tratemos de interpretar cualquier señal adversa al personaje, es casi un hecho que Ricardo Gallardo (y su partido Verde) no entregarán la plaza.
No fue gratuito, por ejemplo, que se buscaran nuevos gravámenes recaudatorios para el próximo año, y más allá de ésos tres, aprobados por todos los legisladores, ahora se pensó en los permisos vehiculares. Hay que exprimir como dé lugar. Aunque también hay que considerar que, muy posiblemente, vendrán amparos contra esos impuestos, como ya los hubo contra otros actos absurdos del gobernador (recientemente –y es motivo de júbilo- ocurrió contra la destrucción del parque Juan H. Sánchez).
Entonces no es que no haya, sino que… las mil posadas tendrán que esperar. Quizá para el próximo diciembre; mientras, como ya es costumbre, sólo fue la hablada del gobernador.
Gracias por las lecturas de este año.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.