Por Antonio González Vázquez
Si la violencia de la que ella es objeto fuera tan visible como los golpes a puño cerrado al rostro, su cara estaría amoratada. Si la violencia que ella sufre a diario se viera en el espejo, todas las mañanas se encontraría con la cara tumefacta. Si esa violencia fuera así, física y concreta, Yolanda Pedroza no podría siquiera salir a la calle.
Pero la violencia que sufre no se ve aunque si se siente, no se percibe aunque si duele, no deja rastro en la carne pero si en el espíritu; la violencia que le agobia todos los días desde hace más de un año, es un tipio de violencia cruel. Se llama violencia política.
El 2 de octubre de 2014, el Senado de la República designó a Yolanda Pedroza Reyes Magistrada del Tribunal Electoral del Estado por un período de tres años. Desde entonces, vive una pesadilla.
El Senado designó a la vez a Oskar Kalixto Sánchez y a Rigoberto Garza de Lira, al primero por cinco años y al segundo por siete.
Los tres, integrarían un órgano colegiado donde las decisiones a tomar serían colegiadas y donde la voz y opinión de cada uno sería del mismo valor que la del otro; ni uno sería más ni los otros serían menos, los tres iguales. Pero la Ley dice una cosa y los hombres suelen disponer otra muy distinta a lo que debería ser.
La Magistrada Pedroza llegó a su oficina en el Tribunal Electoral y estaba visiblemente agotada, parecía que había dormido poco y daba la impresión de cargar con cierta angustia. Venía de la ciudad de México, había ido a las oficinas de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electorales para ver su asunto.
Un asunto que no la deja en paz y que la mantiene en la incertidumbre y siempre en vilo respecto del momento en que será víctima de la violencia a la que está sometida por parte de sus compañeros, Garza y Kalixto.
Apenas el pasado cuatro de noviembre, se cumplió un año de que la Magistrada Pedroza Reyes denunció en tribunales su caso; los acusó de acoso laboral y de violencia política, acaba de cumplir un año de eso y a esa distancia, no da señales de poner retirada, sino por el contrario: mantendrá su lucha hasta que se haga justicia y se sancione a los magistrados que no han parado de violentarla.
Una pesadilla, una tortura
¿Cómo ha pasado este año, cómo lo ha vivido tras la denuncia?, se le pregunta y ella intenta contar lo que ha pasado sin caer en la misma posición de sus presuntos agresores que, por otra parte, cabe señalar, están a unos metros de su oficina.
“Es un camino muy largo y aún hay mucho por andar; cuando se hacen las cosas correctamente, siempre se tardan más tiempo”, refiere pese a que le decepciona que en un año no se avance con la celeridad necesaria para resolver su caso.
Pero eso no le hace mella en el ánimo y afirma que “cuando se hace una denuncia como lo que yo hice es porque le asiste la verdad y, lo hace, porque uno llega a su límite; nadie quiere llegar a estos extremos, pero cuando no hay una solución entonces hay que denunciarlo”.
En ese sentido, precisa que también era necesario denunciar a sus acosadores puesto que es incongruente que en una institución al servicio del público, “existan personas que no se comporten como debe de ser”.
Pedroza Reyes considera ilógico que los Magistrados del Tribunal, pese a que acuden a seminarios y cursos y reciben capacitación sobre derechos humanos y el trato equitativo que le deben dar al ciudadano, al interior del Tribunal actúen en contrario y violen los derechos más elementales de alguien que como ella, tiene la misma jerarquía.
¿Cómo es para usted un día en este Tribunal?
“Para mi es muy incómodo venir a trabajar y estar todos los días con la angustias de no saber ellos (Kalixto y Garza) que están planeando”, dice con el tono de quien sabe que le espera una celada.
En las sesiones de pleno (que antes, acota, no se realizaban) ellos toman las decisiones, manejan las cosas según sus determinaciones y lo que es peor, no le reportan con oportunidad los temas que van a tocar en el pleno. Es decir, pretenden ignorarla por completo “y siempre me quieren tomar por sorpresa”.
¿Cuáles son sus emociones cuando llega a su trabajo?
Yolanda Pedroza afirma que muchas veces llega del todo asustada y en que se encuentra un ambiente hostil con ella por parte de los otros dos magistrados. Es tanta la presión emocional que le aplasta la mente por el trato de los Magistrados, que ha recibido atención psicológica.
La Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electoral y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas le han proveído de ese apoyo médico “porque el daño que se causa con esto no se ve y sí afecta en el ánimo de las personas”.
Por eso, define que sus moretones no se ven porque son emocionales, los golpes que recibe no son físicos sino “emocionales porque le van bajando a uno la seguridad, le van quitando a uno el ánimo y hasta los planes”.
La Magistrada no puede hacer muchas cosas ni puede planear algunas actividades en el propio Tribunal porque vive bajo la presión que implica preguntarse ¿Y si no me dan permiso en el pleno? (sobra decir que el pleno son los otros dos magistrados).
¿A diario se siente agredida?
Así es, asiente con un dejo de tristeza. “Ellos (Kalixto y Garza) están como en un de…cuando el daño se hace a escondidas, son acciones ocultas y por eso se sienten seguros, porque es muy difícil demostrar esas acciones (violencia política) ocultas, por eso mi caso se está llevando mucho tiempo”, explica la Magistrada Pedroza.
Reconoce que desafortunadamente, “la gente no está acostumbrada a ver que una mujer se defienda de este tipo de acciones (acoso laboral y violencia política) y el día que uno las expone y que uno explica cómo se dan, se les hace extraño y tratan de justificar al acosador”.
¿Cuáles son las conductas de los Magistrados que más le hieren, Magistrada?, se le pregunta y tiene muchos momentos que señalar, pero recuerda uno especialmente ofensivo ya que una vez, “Rigoberto Garza (al inicio de las actividades del Tribunal) mandaba llamar a todo el personal a la sala de pleno y me regañaba frente a todos como si yo fuera su empleada”.
Es decir, el señor nunca entendió que estamos a la par y que si bien es cierto la temporalidad es diferente “el trato no tenía porque ser desigual y desproporcionado”, además los comentarios de que “como eres mujer, debes ser más lista y saber tratar a los hombres, a los hombres se les debe de tratar de una manera especial”. Esa clase de comentarios le hacían sus compañeros Magistrados a Yolanda Pedroza.
“Para mi, comentarios de ese tipo, no son dignos de un profesionista”, dice con severidad al rechazar “los estereotipos y las conductas machistas”.
¿Cómo se le hace para superar eso todos los días y venir a trabajar como servidora pública?, pregunta Astrolabio no sin cierta ingenuidad: “pues teniendo la fuerza y entereza con todo y lo que diga la gente y los comentarios que hagan”.
Da el caso, expone, de que los Magistrados se ocupan de decir a todos que lo que pasa con la Magistrada Pedroza “no es importante” y buscan justificar sus acciones “hasta llegar al grado de decir que yo los provoco”.
No sé, se pregunta a sí misma la Magistrada, tal vez para ellos provocar “es que yo dé a conocer mis ideas o mi punto de vista sobre algún tema, pero eso no es una provocación, no tengo por qué quedarme callada o estar de acuerdo en lo que ellos digan aunque a mi no me parezca que es lo correcto”.
Los Magistrados Oskar Kalixto y Rigoberto Garza ¿son misóginos?, se le plantea a Pedroza Reyes que, sin dudarlo un instante dice que “eso es misoginia, el hecho de que solo por ser mujer quiera decir que no soy capaz de pensar”.
Claro que también son machistas, afirma a otra pregunta de este diario digital y refuerza su punto de que “son estereotipos, que los hombres tienen que mandar y las mujeres tenemos que obedecer”.
Entonces, la Magistrada cita otro momento incómodo con uno de sus acosadores: “el hecho de que me haya mandado llamar varias veces y que la gente aquí (en el Tribunal) no sea capaz de declarar ante un Tribunal los hechos que han ocurrido por el temor que tienen, es grave, si usted pregunta a los que trabajan aquí de lo que pasó en alguna sesión en la que me mandaron llamar y me regañaron, quiero saber quién va a tener el valor de decir que eso sucedió”.
Es decir, la Magistrada revela que hay temor entre los empleados del Tribunal para denunciar lo que los Magistrados Garza y Kalixto le hacen: “tienen el temor, nadie quiere perder su trabajo, es como si hubiera dos equipos; estás de lado de ella o estás con nosotros” es lo que hacen ver los Magistrados que, además, para asegurarse de que se guarde silencio, le comentan a los empleados: “ella se va a ir dentro de un año y el día que ella se vaya, pues te atienes a las consecuencias”.
Por eso nadie dice nada, el acoso y la violencia se guardan en el Tribunal.
Un año de impunidad
¿Un año parece ser mucho tiempo para que el caso no se resuelva, porqué?
Es que no hay los mecanismos legales, se está tratando de encuadrar las conductas de los magistrados en algo que si este previsto en la ley, por decir algo, en materia penal, está previsto el impedir el ejercicio de las funciones de los servidores públicos electorales, para encuadrar dentro de esa figura lo que está sucediendo en el Tribunal es que se está haciendo algo en la FEPADE, refiere dado lo complicado del tema de cómo sancionar a los Magistrados.
En este año cumplido de impunidad, Yolanda Pedroza tiene más que cierto que los Magistrados Kalixto y Garza, de plano, “me dan miedo, los dos se juntan y se ponen de acuerdo para denunciarme de difamación o daño a su persona por cualquier comentario que yo pueda hacer.
Yo vivo en un constante miedo desde que presente mi denuncia y desde que hice público el acoso y la violencia de parte de ellos, agrega con no poca angustia “porque no sé en que momento puedan presentarse las represalias; ellos siempre han manifestado que están apoyados políticamente, que tienen muchos amigos influyentes”, expone Pedroza Reyes y agrega que “el hecho de que en un momento dado ellos vayan a hacer uso de esas influencias en contra mía, sí me da miedo”.
A la Magistrada la respetan los empleados “de mi ponencia”, los demás me tratan con respeto, pero siempre “con temor de que los vayan a castigar”. Es más, no se pueden acercar a ella ni entablar una conversación, no se les permite porque los Magistrados “han de pensar que me van a dar alguna información o qué se yo”.
A veces, confiesa, al iniciar la mañana no tiene ni siquiera ganas de ir al Tribunal pues sabe que es muy probable que lo que se encontrará es algo que no le va a gustar, a veces es estar aquí (en la oficina) como quien trabaja a escondidas.
Es algo muy incómodo “trabajar en un ambiente hostil”, “llegas aquí y sientes el ambiente (del todo negativo) pero “hay que sacar fuerzas y tengo que soportar esta presión hasta donde aguante”.
Lo más difícil con los Magistrados, puntualiza la Yolanda Pedroza, “ha sido la humillación, el regaño público”, eso es lo que más les ha gustado hacer para demostrar que ellos mandan. Les gusta hacer regaño en sesión pública.
Especialmente le gusta eso a Rigoberto Garza que una vez la regañó a ella y a varios empleados porque dejaron las oficinas 15 minutos antes de la hora porque ya habían terminado su trabajo: “Nos dijo que este era su Tribunal, que él era el presidente y que la disciplina estaba a su cargo”. Recuerda que a ella, Rigoberto Garza la regañó frente a todos y eso fue muy humillante.
El talante de Garza ha sido “el que manda aquí soy yo”.
El apoyo solidario de las mujeres
Una vez que su caso alcanzó notoriedad nacional porque medios nacionales publicaron su testimonio, dice que pese a que es un fenómeno que le puede suceder a cualquiera, no ha recibido el apoyo que se podría esperar.
Si la invitan a compartir la experiencia en foros con más víctimas de distintos tipo de violencia e incluso con mujeres que son regidoras o síndicos, diputadas y en todos los casos han compartido hechos de conductas violentas de parte de sus compañeros porque hay acoso, violencia y discriminación, sin embargo “nadie se atreve a denunciar”.
¿Hay casos similares al suyo en otros Tribunales Electorales?
Sí los hay, pero como siempre tratan de medir el daño que se puede causar a la institución y la imagen que una denuncia pueda dejar, provoca que no se denuncie y también porque al interior de esos Tribunales se trata de corregir y en nuestro caso no ha habido voluntad para buscar una solución.
También ha habido apoyo de mujeres en el servicio público, pero son muy pocas, algunas diputadas locales y federales, funcionarias electorales y algunas que han expresado su solidaridad; tal vez luego se haga algún grupo para hacer algo en materia de combate a la violencia política.
Pese a que el Tribunal Electoral es muy importante y que en su momento puede incidir en la gobernabilidad y en el clima político del estado, en el caso del conflicto que vive la Magistrada, nadie de Gobierno del Estado ha mostrado interés por lo que ocurre, ni el gobernador Carreras ni el secretario General, Alejandro Leal.
Ellos no tienen actuación en esto porque no deben intervenir en los Tribunales, pero el interés político no lo han demostrado “aunque no se si en un momento deberán intervenir porque se trata de un problema de orden local”.
“En alguna ocasión el gobernador nos cito a los tres, cuando tomó el mando, pero solo fue un saludo y no más, fuera de ahí no hay nada, quizá habría que buscar por ese lado, hablar con ellos y pedirles el apoyo porque finalmente se trata de un tema que repercute a nivel estatal”.
Urgente resolver el caso y sancionar a los responsables
Respecto a la salida que ve en el caso de la violencia y acoso que sufre, la Magistrada considera que es ya urgente que algún órgano legal tome la competencia para conocer del tema y determine una sanción.
“El Senado de la República ya dijo yo no soy competente porque no hay un reglamento, una ley, un código o al menos una disposición legal que orden que el Senado sea el responsable de llevar el control de los órganos electorales locales que nombra”.
Pero, al margen de eso, la puerta no se ha cerrado y aún queda la FEPADE “donde habrá que ver cuestiones de competencias, cómo no hay un marco legal y estamos a la deriva, estamos buscando cual es el camino que se debe seguir para ver quién tiene que castigar las acciones anómalas de los Magistrados de los Tribunales”.
Por ahora, la única sanción, es la pública contra Kalixto y Garza, pero eso no es suficiente, “tan es así que el Magistrado Kalixto es presidente”.
En ese tenor, la Magistrada comenta que la ayuda psicológica que recibe ante lo que ocurre en su entorno si le ha sido útil “pero en ocasiones no tengo el tiempo para ir a las sesiones; cuando voy eso me ayuda, pues sí quita un poco el temor sobre lo que me pueda pasar por haberlos denunciado”.
En este preciso momento, al mediodía del viernes 4 de octubre, Yolanda Pedroza afirma que siente temor: “lo siento porque no saben hasta donde puedes denunciar, es algo que solo los que son víctimas pueden entender, ser víctima permite tener un parámetro más amplio de lo que te está sucediendo y evaluarlo”.
Agrega que a ella se le re victimiza en cada momento dado que convive con el temor y con quienes le acosan: “estar aquí todos los días trabajando con ellos, estar tratando de mostrar una fortaleza para demostrar que sí se puede denunciar y que sí se puede tener valor para hacerlo, es algo muy complicado”.
Lo mejor es no quedare callado “porque todos los días hay mujeres que son violentadas”.
¿Cómo le va a hacer para seguir con el tramo que la falta para concluir?
“La verdad, no sé. Será con mucho valor y con el apoyo de las personas que trabajan aquí conmigo, con el apoyo de otras mujeres que son solidarias con el tema, teniendo fe de que alguien va a apoyar el caso en algún momento para encontrar una solución”.
¿Es posible dormir tranquila con lo que le pasa, tiene tranquilidad?
“Pues la verdad no, pero ahora trato de desconectarme del problema, dejarlo en el Tribunal y enfocarme en proyectos, pero es muy duro ser víctima, todos los días hay nuevas víctimas pero lamentablemente no se atreven a denunciar”.
Mientras no se denuncie la violencia política, no se le va a dar importancia por parte de las autoridades.
Comparte que no es fácil convivir con personas como los Magistrados, aunque “desde que hice públicas sus agresiones, sí ha bajado un poco la gravedad de las agresiones, y si ahora llegan y solo me ignoran, para mí ya es ganancia”.
Con plena confianza y seguridad de lo que hace y dice, la Magistrada confía en que su caso genere un antecedente y en adelante ya no se repitan historias de acoso y violencia política como la que ha sufrido.
“Es un camino largo porque no se acaba la violencia política platicando sino sancionándola”, añade en la idea que tiene de que se abran los ojos en las instituciones públicas para combatir la violencia política”.
Una ruta apara ello, adelanta, es una iniciativa ciudadana ante el Congreso del Estado para obligarlos respecto de casos como el suyo.
No puedes pedir que cambie a alguien por ser como es
Para terminar la conversación con Astrolabio, este diario digital pregunta a la Magistrada si es posible que en el año que le falta en el cargo los Magistrados cambien su actitud y de pronto se comporten respetuosos, acto seguido Pedroza Reyes celebra con una gran sonrisa la ingenuidad del cuestionamiento y concluye que “no, su actitud la van a mantener igual o peor.”
“Ellos han tenido el atrevimiento de pedirme que me desista de mis acciones que tengo en su contra y que todo sea como si no hubiera pasado nada”, eso por supuesto, no es posible.
Si al menos se dieran cuenta que han cometido errores y pidieran una disculpa o si están haciendo un trabajo y lo hacen mal, pues renuncias y te vas, pero no, lejos de ello, “tratan de victimizarse”.
El respeto es la base de todo y ellos no tienen respeto a sus propios compañeros y han roto el orden que debería haber.
“A mi me da miedo hablar de las amenazas a los trabajadores para que no se diga nada de lo que pasa porque a mi Rigoberto (Garza) me ha amenazado y me han dicho: fíjate bien en lo que estás diciendo, aquí no está sucediendo eso que dices, como si fuera una mentira de mi parte”, finaliza con la esperanza de que las cosas ya no sean peor de lo que son desde hace un año.